CARLOS E. CARBAJOSA
PALMA.-
«¡Mátenme si quieren, pero sin mentiras! Puedo estar equivocado y admito la crítica por dura y agria que sea. Llevo muchos años en esto y comprendo todo lo que se pueda decir alrededor de mi trabajo. Eso lo sé, pero lo que no voy a soportar son las mentiras», lanzó ayer Luis Aragonés cuando parecía venirse abajo. Para muchos de los analistas, si la selección española fuese un aeropuerto habría que cerrarla inmediatamente. La impresión del seleccionador es absolutamente distinta: la fuerza acompaña al equipo nacional.
El combinado español tiene que ganar esta noche, en el Ono Estadi, tres puntos claves para mantener la lucha en la fase de clasificación de la Eurocopa 2008, y el vestuario intentó encajar las sospechas y las dudas externas de la mejor manera. La pobre impresión aportada el pasado sábado en el encuentro frente a Dinamarca (2-1, con muchos peros) gravita sobre la cabeza de un seleccionador que se quita las moscas a manotazos y que está soñando con terminar esta incomodísima etapa y esperar a que escampe.
Luis entiende que está sufriendo algo parecido a una campaña en contra. Él entiende que tras el Mundial pudo haberse marchado, pero se aferra a que la Federación se lo impidió hasta en dos ocasiones. Sus relaciones con el vestuario se han puesto en entredicho, un problema que a él le suena a chino. Pese a ello, entiende que no está en posesión de la verdad, ni mucho menos. «No tengo la llave de nada y aprendo de los periodistas, de los aficionados y más de los jugadores si me dicen alguna cosa concreta. No me ha dicho ningún jugador nada de eso, ni de malas ni de buenas. La única verdad es que han dicho: 'mister, por lo menos se ha ganado' y eso sí que es verdad». Lo dice por el revuelo que se ha montado en relación a la hipotéticas desavenencias tácticas entre sus chicos y él.
El origen de ese malestar serían los cambios que realizó en la segunda parte frente a Dinamarca. «No me arrepiento de nada de lo que hice. Igual que cuando tengo la culpa lo digo, creo que el otro día, el contrario elige pegar pelotazos y eso nos obliga a ir hacia atrás. Cuando en rueda de prensa señalé a jugadores que perdieron la pelota con facilidad, como Xabi Alonso, Iniesta o Xavi, yo no lo entendí como una crítica sino como un piropo. A lo que me referí es a la extrañeza que produjo en todos el que futbolistas de una calidad tan extaordinaria en el sentido de la técnica con el balón, lo perdieran tanto. No creo que eso fuera echar a esos jugadores a los pies de los caballos». Luis, fuera de la sala de prensa, insiste en que él se ha caracterizado por decir lo que piensa, sea adecuado o no, pero que después de lo sucedido, es posible que varíe sus formas, algo que prácticamente le será imposible: «Al final me he dado cuenta de que lo que tuve que haber dicho en la noche del sábado tras el partido es que habíamos ganado tres puntos importantísimos y que lo habíamos hecho todos de maravilla».
Según Luis, el equipo está unido para encarar el partido frente a un conjunto que no tendría que dar mucho de sí y que, desde luego, debe proponer menos peligros que Dinamarca: «En condiciones normales, España debe ganar. Si lo hacemos como sabemos no tendría que pasar nada del otro mundo».
Puyol y Sergio Ramos, que no jugaron por sanción el partido del Bernabéu, regresan al once en lugar de Javi Navarro y Angel, respectivamente. Es probable un cambio en el centro del campo, con la entrada de Cesc. El técnico no está asustado por que el hombre al que pudiera sustituir se sintiera señalado. «Ninguno de los jugadores que tengo aquí es tan mal pensado como otros. Tengo gente muy noble en este vestuario».
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