ALBERT MARTIN
BARCELONA.-
Andorra es más que el país de la nieve, la fiscalidad laxa o los electrodomésticos baratos. Para la selección inglesa de fútbol, Andorra será hoy mismo un instrumento para subir su maltrecha autoestima. En un partido a priori sencillo, la selección que entrena Steve McClaren tendrá una inmejorable oportunidad para dejar atrás su peor racha de resultados en 26 años. Los cinco últimos partidos se han saldado con un triste gol a favor y ninguna victoria, con lo que los británicos se encuentran en la misma delicada situación que Portugal, Serbia, Italia o España en la clasificación para la Eurocopa de Suiza y Austria.
Encuadrada en un grupo fácil, con Croacia, Rusia, Israel, Macedonia, Estonia y Andorra, sus únicas victorias llegaron ante el equipo pirenaico (5-0) y en Macedonia (0-1). Desde entonces, los pross se empeñaron en complicarse su clasificación y empataron contra Macedonia en casa (0-0), perdieron claramente en Croacia (2-0) y tampoco pasaron del empate ante Israel (0-0). En partidos amistosos no han ido mucho mejor las cosas, y los ingleses empataron con Holanda (1-1) y perdieron como locales contra España. Los resultados sorprenden más teniendo en cuenta que Inglaterra es el único país europeo con tres representantes en los cuartos de final de la Liga de Campeones.
Con semejantes precedentes, no es de extrañar que la visita a Barcelona haya venido surtida del ritual que suele preceder a la caída de un técnico. La afición ha pedido su cabeza con tanta insistencia que la Football Association se vio obligada ayer a emitir un comunicado ratificándolo. Además, dos pesos pesados del equipo como son John Terry y Steve Gerrard hicieron público el apoyo de los jugadores al seleccionador. El jugador del Liverpool admitió que la presión y la falta de confianza están afectando al equipo, campeón del mundo en 1966, aunque zanjó el asunto afirmando que están acostumbrados a la enorme exigencia de los medios ingleses. «This is England», manifestó cariacontecido.
En medio del torbellino, McClaren dejó claro que no se arredra. Tras filtrarse una supuesta pelea con Rooney, extremo que él ha negado, ayer dejó al goleador del Manchester en el rondo reservado a la serie B del equipo inglés, y él mismo formó en el de Lampard, Ferdinand y compañía. Acabó exhausto, enrojecido y sabiendo que esta noche, en Montjuïc, sólo le vale una goleada. Suerte que se mide a Andorra.
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