El abogado José Luis Abascal, que patrocina la defensa de Jamal Zougam y Basel Gahlyoun, es, sin duda, uno de los más beligerantes hacia las tesis de la Fiscalía. Su esmerada labor crítica ha contribuido a iluminar nuevas incógnitas que rodean la investigación de los atentados. No obstante, su entusiasmo le lleva en ocasiones demasiado lejos. Ayer, por ejemplo, hasta Manhattan, año 1993. El letrado desconcertó al tribunal, a la sala y, sobre todo, al testigo -un comisario de la Unidad Central de Información Interior- cuando le preguntó a éste si recordaba el atentado cometido en aquel año contra el World Trade Center de Nueva York, en el que murieron seis personas tras la explosión de un camión en el parking de las torres. Abascal pretendía saber si en ese crimen «tuvo alguna participación colateral la banda ETA». Javier Gómez Bermúdez declaró «improcedente» la pregunta, a menos que el letrado estableciese algún nexo con el 11-M. El abogado explicó entonces que quería conocer si existía información sobre si los pasaportes falsos utilizados en aquella ocasión «los facilitó ETA». El comisario dijo no tener «ningún dato» a ese respecto.