Unas campanas tibetanas vibran discretamente, la iluminación es tenue, los actores permanecen quietos para recibir a este público de juguete que ha de incorporarse sobre los cojines de colores.
El concierto está a punto de comenzar y los bebés de 0 a 3 años llegan atados a sus papás y mamás: lo hacen dormidos, riendo, llorando, despiertos, con la mano en el chupete o en la nariz.
¿Te acuerdas? es una de las funciones del ciclo que se desarrolla en el Centro Cultural de la Villa para los más pequeños, que también incluye conferencias sobre el mismo tema.
Es llegar y besar el santo, el primer niño que entra se siente intimidado por los dos actores y el músico, que ya ha tomado las riendas de su guitarra, y se echa a llorar. Una simple gasa roja sirven a la bailarina y al actor para componer un número con el aire y el movimiento como único creador de formas.
El niño se adentra en un nuevo mundo, donde sólo existe la armonía de los colores, y la música y las formas se mueven con sigilo.
Carmen y Agueda, las gemelas de Ana, no se pierden detalle de lo que ocurre delante de ellas. A su madre le llama la atención la función. «He asistido a otras pero en ésta me ha parecido interesante que los niños respeten las reglas en medio de tanta oscuridad y cuando les invitan a participar lo hagan sin dudarlo».
En el escenario, un ballet de brazos enseña a los bebés cómo jugar con sus manos, algunos niños acompañan el sonido del arpa creando su propia percusión, dando golpes al suelo.
Los miembros del grupo Fábula saben exactamente cuánto dura la atención de los niños, por eso organizan espectáculos de 30 minutos y los fragmentan en diferentes números. «Cada función es totalmente diferente», comenta Marga López, la actriz que participa en la representación. «A cada edad le interesa una cosa distinta». Algunos buscan la música de Luis Paniagua, otros el movimiento de los adultos cuando manipulan objetos como los molinillos de aire. «¿Qué hase ese, mamá?». Carlos apenas comprende lo que ocurre encima del escenario pero no aparta la mirada de allí.
Cuando los actores comienzan a jugar con la canción y las vocales, los papás se lanzan al ruedo mientras que sus hijos se quedan a la sombra.
La quietud se desvanece casi al final, cuando entran en juego las pompas de jabón. Los niños saltan de sus cojines para abrazarlas, morderlas, golpearlas. Una vez más, aquélla era la actitud esperada.
¿Te acuerdas?
Hasta el 8 de abril en el Centro Cultural de la Villa (Plaza de Colón, s/n).