Por primera vez en casi 130 años, Quebec tendrá un Gobierno en minoría tras las elecciones provinciales celebradas este lunes. Pero, más allá de la estadística, la gran conclusión que se extrae de los comicios es que los habitantes de este territorio francófono de Canadá han dado la espalda al discurso nacionalista.
André Boisclair, candidato del Partido Quebequés, había anunciado repetidas veces que convocaría un referéndum de secesión en caso de llegar al poder. En pocos días Boisclair ha pasado de soñar con ser el premier de un Quebec independiente a representar a la tercera fuerza política en la Asamblea Nacional, por detrás de liberales y conservadores.
El Partido Quebequés no sólo ha perdido nueve escaños -de 45 a 36- sino que ha sufrido el descalabro en unas elecciones que registraron una histórica participación de un 71%. Boisclair declaró tras conocer los resultados: «Algo está claro esta noche: los quebequeses querían un cambio. Nos han enviado un mensaje que debemos escuchar».
Retórica secesionista
Los electores, cansados de la retórica secesionista, renovaron el mandato del actual gobernador, el liberal Jean Charest, cuyo partido contará con 48 asientos tras recibir el 33% de los votos. Pese a seguir siendo la fuerza más votada, los liberales de Quebec perdieron 26 de los 74 escaños que poseían en la pasada legislatura.
Por detrás de Charest, el conservador Mario Dumont confirmó el espectacular avance de Acción Democrática de Quebec (ADQ), formación que arrebata votos a los dos partidos tradicionales para conseguir 41 escaños con casi un 31% de los votos. El partido de Dumont ha pasado de tener cinco asientos en la Asamblea Nacional a convertirse en la segunda fuerza de la provincia, a poco más de dos puntos del Partido Liberal.
Salvo sorpresa mayúscula, Charest gobernará con apoyos puntuales de Dumont, ya que, aunque proponen distintas políticas económicas, los dos líderes defienden la continuidad de Quebec dentro de Canadá. Dumont ha sabido capitalizar el descontento de los electores ante el bipartidismo tradicional al abogar por mayores transferencias económicas desde el gobierno federal, pero con Quebec siempre siendo parte de Canadá.
Paradójicamente, aunque los primeros resultados electorales confirmaban el retroceso de los soberanistas, Charest tuvo que esperar hasta bien entrada la madrugada para poder celebrar su victoria.
La razón de tanta cautela fue que el líder del Partido Liberal estuvo muy cerca de no obtener escaño para la Asamblea, ya que el candidato del partido de Dumont encabezó durante varias horas la votación en el distrito de Sherbrooke. Finalmente, unos pocos cientos de votos permitieron al gobernador de Quebec conservar su acta de diputado provincial.
André Boisclair, líder del Partido Quebequés de apenas 40 años de edad, había anunciado tras ganar las primarias en el año 2005 que convocaría un nuevo referéndum de independencia en caso de llegar al poder. La noche del pasado lunes no tuvo más remedio que reconocer el fracaso en las urnas, pero aseguró ante sus seguidores que en los próximos años seguirá trabajando para «mantener viva la llama de la independencia».
En el año 1995, el Gobierno del soberanista Jacques Parizeau convocó un referéndum de independencia en el que finalmente ganó el no por apenas un punto de diferencia. El plebiscito no estuvo exento de polémica porque los federalistas se quejaron de que un excesivo número de votos en distritos favorables fueron declarados nulos.
En el lado separatista, el Partido Quebequés acusó al gobierno canadiense de acelerar la nacionalización de inmigrantes para hacerlos votar por el no.