Es una de las conclusiones anecdóticas que arroja la publicación del censo electoral -en Francia hay que inscribirse para votar- y la prueba exótica del entusiasmo que han suscitado los comicios primaverales (22 de abril/6 de mayo) en ultramar y en el propio Hexágono.

De hecho, Sarkozy, Ségolène, Bayrou y Le Pen van a medirse en las urnas con 43,9 millones de compatriotas. Los datos acreditan un 8% más de cuantos votaron en los comicios de 2002 y confirman implícitamente que el debate político no es una mera ilusión mediática ni una impresión epidérmica.

El aumento supera el entusiasmo electoral que produjo en 1981 el combate a tres bandas entre Mitterrand, Giscard y Chirac. También supone la mayor cifra de inscritos a unos comicios en 25 años de historia. No sólo por la telegenia y el discurso carismático de los contendientes. La población de Francia ha aumentado un 2,6% en un lustro, pero sobre todo ha crecido espectacularmente el interés electoral de los barrios marginales. Excepción hecha del departamento de Mayotte, resulta que el incremento de la participación se localiza geográficamente en París (+9,6%) y en el cinturón de Seine-Saint-Denis (+8,5%), famoso por haberse convertido en escenario recurrente de los disturbios callejeros (noviembre de 2005). Quiere decirse, por tanto, que han cuajado las iniciativas de sensibilidad urbana que distintos colectivos ciudadanos han organizado en las zonas calientes. Incluida la plataforma Acelefeu cuyo portavoz, Samir Abbas, conserva una fe imperturbable ante el fuego democrático: «Hay que convencer a la gente de que su voto vale tanto como el de cualquier otro. Es un arma democrática que muchos vecinos no utilizan porque se sienten hastiados y discriminados. La percepción está cambiando. Muchos de los que antes no se alistaban, ahora lo han hecho.

El voto de la periferia, que concierne a varios millones de personas, puede ser la verdadera respuesta a nuestro porvenir». El lema de estas campañas tiende a demonizar a Nicolas Sarkozy («Si no te gusta, échalo», puede leerse en algunas pintadas callejeras), pero no está claro que el ex ministro del Interior salga tan magullado de los barrios difíciles. Una encuesta de Le Journal du Dimanche concluía hace un mes que los habitantes de la banlieue atribuían a Sarko más aptitudes que al resto para resolver los problemas de pobreza, paro, educación...).

Su margen de confianza, 27%, superaba en cuatro puntos al de Royal, cuyos deslices, imagen de institutriz inmaculada e indumentaria de Chanel parecen haber provocado dudas en el electorado de gauche. De hecho, los sondeos a pie de campo demuestran que la fragmentación del voto de la izquierda está más acusada en las periferias que en cualquier otro ámbito sociológico de mapa. Aunque faltan los sondeos realizados en Mayotte.