El peor enemigo es el que está encubierto (Séneca)
OPINION
Impresiones
El 'enigma Trashorras'
No pronunció una sola palabra y sin embargo fue el gran protagonista de la sesión de ayer. Emilio Suárez Trashorras escuchó con rostro impenetrable testimonios que giraron en torno al supuesto robo de los explosivos con los que presuntamente se perpetraron los atentados. Las dos declaraciones clave fueron de nuevo sin duda las de dos policías. El primero fue Manolón, que subrayó que Trashorras no era su confidente sino un colaborador ocasional y que nunca antes del 11-M le habló de los marroquíes. Sus palabras casan mal con el registro de llamadas, que atestigua que ambos hablaron hasta 63 veces en los meses previos al 11-M, precisamente cuando se tramaban los atentados. Aún más inverosímil que el hecho es la explicación del inspector de que era Trashorras quien le estaba controlando a él y no al contrario. El segundo en declarar fue uno de los policías que interrogaron a Trashorras en la madrugada del 17 de marzo. Según su testimonio, fue el ex minero, con su insistencia en que habían sido los moros, quien les llevó a interesarse por su versión. En este asunto, subyace una pregunta de difícil respuesta. ¿Para qué iba a contarle Trashorras a la policía que los autores del 11-M eran los mismos a quienes él les había dado los explosivos? He aquí el enigma que nadie aún ha resuelto y que ni siquiera el dubitativo testimonio de El Gitanillo, último testigo de cargo de la Fiscalía, puede aclarar.