Tiene mucho significado político lo que en principio parece un asunto de lencería, ropa infantil, dodotis y otros lujos. Es un acaecer del pueblo vivo y dispuesto, una minucia llena de futuro y el advenimiento de una nueva mujer en el seno de los Borbones, que no paran de darle satisfacciones al personal. Lo que últimamente se ha llamado «complejo de derechas» es en parte algo que sólo puede redimirse por un acontecimiento de capilla y una mujer intelectual que si no tiene un partido político tiene ya un club de fans con premios, concursos y mucho personal femenino y conmovido.

Aquí está la fórmula para crear en la izquierda un lamentable proceso de desmoralización con sólo amañar unas elecciones municipales para bebés y otros rorros. Porque los bebés de hoy son los revolucionarios de mañana y, para que se impongan a esta democracia alborotada, numerosa, parlera y pancartista, uno ve como más adecuada que nadie a Esperanza Aguirre, que va a madurar inaugurando estaciones de Metro en Madrid, asistida por el alcalde Ruiz-Gallardón, hasta que haya blindado toda la red haciendo declaraciones, como el otro día dijo que el 69 era un número muy erótico. Gallardón no sabe si sentirse aludido.

Como ustedes ven la movida va mayormente de la mano de las hembras y, mientras duren los Borbones seguirán alumbrando infantas, clubs infantiles, etcétera, y gobernando para los bebés, que cuando sean mayorazgos ya estaremos todos de gobernadores civiles. En el más puro franquismo, que es lo que denuncia la izquierda con su blablablá habitual. Deducimos de todo esto que la democracia, cuando tiene un fondo familiar y sentido es más eficaz. También en esto Letizia va por delante, nos pasa a todos y se pasa a sí misma, que es muy despierta la joven. Yo hasta la saco en un libro reciente. Lo cual que no ha escrito nadie sobre la cadena/Letizia, pues la estrella televisiva, esta primavera es don Jesús de Polanco, que no luce tanta descendencia intelectual como la Princesa pero en su día hizo una boda muy bien traída con la señora o señorita Barreiros.

Duran las democracias sentimentales. Caen las democracias demagógicas. Actualmente estamos padeciendo por ambas partes, o por todas, una democracia demagógica y violenta, en buena medida maleada. No se puede hacer democracia con malos modales ni hablarle de tú a la Justicia. Adonde falla el panderete de la violencia metemos más violencia para que todo aguante hasta las municipales, que son un aviso de cómo se ganan o se pierden los comicios por haber abusado de los materiales de construcción en estos puentes peligrosos del gran negocio de la edificación. Pero hay una mujer joven y demócrata de nacimiento que nos enseña con el solo vivir cómo se hace libertad y ejemplaridad. Ahora lleva muy bien lo de sus bebés y sus fans. Se llama Letizia.