ISLANDIA 0

Casillas

s.c.

Ramos

Puyol

Marchena

Capdevila

Iniesta

Albelda

Xavi

Silva

Morientes

Villa

Cambios: Torres por Morientes (m. 42)

Angulo por Capdevila (min. 46)

Xabi Alonso por Albelda (m. 78)

Arason

Sigurdsson

Gunnarsson

Bjarnason

Ingimarsson

Vidarsson

Halfredsson

B. Gunnarsson

Bjarnsson

V. Gunnarsson

Gudjohnsen

Cambios: Gislasson por V. Gunnarsson (min. 55)

I. Sigurdsson por Hallfredsson (min. 75) H. Sigurdsson por Vidarsson (m. 83)

s.c.

Arbitro: Laurent Duhamel (FRA)

Goles: 1-0: Iniesta (min. 81)

ONO ESTADI. LLENO.

PALMA.- Tiene razón Luis. En eso, al menos, sí que no le pueden contar mentiras: la selección engancha. Pese al desierto tan largo por el que parece estar atravesando desde que terminó el Mundial, el conjunto nacional aportó ayer un montón de motivos para pensar que no todo está perdido. Independientemente del resultado, España sacó ayer bajo una manta de agua un racimo de orgullo y buenas raciones del fútbol que una vez, no hace demasiado, le colocó frente a Europa al menos con la cabeza alta.

En estos tiempos en los que no es políticamente correcto elogiar la nave de Luis, a sus chicos les salió un partido de ésos en los que no se dejaron de lanzar señales que el corazón, ni siquiera el más rancio, pudo rechazar. La clasificación para Austria y Suiza sigue muy peliaguda. Pudiera ser incluso que no se lograse allá por noviembre, y que se cambie de técnico y todas esas cosas que nos han sucedido de manera impepinable cada pocos años, pero es complicado que el equipo vaya a dar alguna noche más entrega y más razones para el elogio que las que anoche ofreció en Mallorca.

El partido fue de principio a fin, con algún agujero en el último tramo de la primera parte, un monólogo de la Roja. Después de las ventoleras y las sacudidas del forzado éxito ante Dinamarca, los hombres de Luis salieron a la piscina del Ono Estadi a jugar al fútbol con la mente despejada y la mirada sólo hacia adelante.

Islandia también lo tenía muy claro: disimular de la mejor manera posible, o ni siquiera eso, cómo había que colgarse de su larguero. Aun con eso, si no hubiera sido por Arason, la primera parte debería haber terminado con tres goles a favor de España. Irónicamente, las mejores oportunidades que sacó el equipo español a su incontestabe dominio las provocaron dos toques de los propios vikingos.

El dominio del centrocampismo, con Xavi a la cabeza, fue la receta para abrir una y mil veces a las bandas de Silva y de Capdevila. No había manera de hacer nada. Hasta Morientes se quiso llevar un poste con el hombro. Le costó una lesión al delantero, y bien que le echó de menos España. Sin gol, cualquier comparación del fútbol desarrollado por los de Luis con cualquier partido que se recuerde posterior al de Ucrania en el Mundial era pura casualidad. Gudjohnsen se fue convirtiendo a medida que pasaban los minutos en un náufrago, en el primer defensa de los islandeses. Nada por aquí, nada por allá.

Lo de la segunda parte fue aún más. Arason se ganó un monumento a la entrada de su pueblo, con cinco paradas en los primeros 20 minutos. A la media hora, España ya acumulaba 18 saques de esquina a su favor. Hasta la lluvia se detuvo para irse a un lado del campo y animar al equipo nacional. El encuentro sólo tenía una dirección, mientras Arason seguía convirtiéndose en el hombre más famoso del norte del planeta.

El estadio, por fin, cantó un gol, tras la enésima intervención del héroe de la noche, pero los gritos se quedaron en nada, porque el árbitro dejó el gol en falta. Iker Casillas, desesperado en el partido posiblemente con menos trabajo de su carrera, meditaba si unirse al ataque de forma definitiva a falta de un cuarto de hora. Por los islandeses no habría habido ningún problema. Cuando ya se estaba quitando los guantes, un magistral pase interior de Villa desde la frontal del área, captó el ingenio de Iniesta para hacer un ejercicio de justicia, de Justicia, como pocas veces antes se había visto en un partido de la selección española. Que sí, que tiene razón Luis, porque engancha como ninguna otra cosa.

La fiesta en las gradas acompañaron a otra sobre el césped. El corazón de los jugadores pudo relajar un poquito su bombeo, mientras se agitaba más si cabía el de la afición. Hasta el mes de junio, ya no habrá más batallas que contar, y es más que probable, si alguien no se empeña, que haya tregua hasta entonces.

Es cierto que Irlanda del Norte saca cuatro puntos a España y Suecia tres, pero parece que con un juego, aunque sea la mitad que el de anoche, se puede alcanzar la Eurocopa. Pero no olvidemos que en esto del fútbol, como en la vida, casi todo es mentira. Una cosa no, desde luego: la selección engancha.