El ministro de Defensa repitió ayer en el Congreso lo que ya ha dicho en múltiples ocasiones: que en Afganistán hay un riesgo muy elevado y que es la misión militar «más dolorosa» que ha acometido España. Pero también añadió que, pese a los informes que van y vienen, tanto el Estado Mayor como el Gobierno coinciden en que el nivel de tropas españolas destacadas -690 militares- es «suficiente» para garantizar la seguridad de los trabajos de «estabilidad y reconstrucción» que, según el mandato de la ONU, llevan a cabo los soldados de la OTAN.
Las palabras de José Antonio Alonso no convencieron a ningún partido, a excepción del PSOE. Cada uno esgrimiendo sus propias razones, reclamó al Gobierno bien un incremento del número de soldados, bien un calendario de retirada, bien un replanteamiento de la misión.
Esta última postura fue la defendida por el PP, que propuso que se «revitalice» la autorización parlamentaria a la misión afgana; o, lo que es lo mismo, que se lleve de nuevo al Congreso la propuesta de participar en las operaciones de la OTAN en Afganistán y que sea ratificada por el Parlamento. La idea surge del convencimiento de que los objetivos de la misión han cambiado y que ahora los soldados españoles se enfrentan a operaciones puras y duras de guerra. Así lo creen, aunque con diferentes consecuencias prácticas, el PP, el Grupo Mixto e Izquierda Unida (IU).
Los populares hicieron hincapié en las contradicciones que se han puesto de manifiesto entre los altos mandos militares y los políticos -en concreto, el presidente del Gobierno- al decidir la conveniencia de incrementar el contingente para potenciar la seguridad ante la previsión de que, con la primavera, se recrudezcan los ataques talibán. Y exigieron que se dote a los militares españoles de cuantos medios necesiten para realizar con garantías su trabajo.
Alonso no negó el peligro, ni tampoco la situación extremadamente precaria en la que se encuentra todavía el incipiente Estado afgano. Simplemente defendió la labor «honesta» y «respetuosa con el mandato internacional» de los militares españoles y aseguró que, aun a sabiendas de que el trabajo que queda por delante es enorme, «las cosas han mejorado». Dijo que los soldados cuentan con todos los medios necesarios y garantizó que el Gobierno no será cicatero, pero también advirtió que «el riesgo cero es inalcanzable».
El ministro afirmó que resulta improcedente aseverar que las tropas se encuentran en una misión de guerra porque, según dijo, la ONU, que es quien las avala, es una organización creada para la paz. «La apreciación de quienes hablan allí de una guerra es errónea política, estratégica y conceptualmente. La ONU no hace la guerra, sino la paz», recalcó.
En relación con las «discrepancias» entre el Gobierno y los mandos militares, el ministro negó la mayor: «No hay ninguna polémica. El incremento de efectivos no es necesario en estos momentos; además, hay que desvincular el número de soldados del riesgo de la misión. El riesgo sólo debe vincularse con la naturaleza del peligro y con la zona en la que se opera. Donde nosotros estamos el riesgo es de tipo terrorista, y para eso estamos preparados».
El ministro proporcionó una serie de datos que avalan su afirmación. Así, señaló que a lo largo del mes de febrero, los incidentes acontecidos en la región este fueron 101; en el sur, 228; en el oeste (donde trabajan las tropas españolas), 21, y en el norte, sólo 11. En la zona española, los peligros proceden sobre todo de las minas y de los ataques suicidas.