Hasta hace poco tiempo estaban en la casa que la familia Daza poseía en la confluencia de Príncipe de Vergara con Jorge Juan. La co- lección familiar de pinturas de los Madrazo permanecía colgada en aquel mausoleo, invisible al público que quisiera apreciarla. Hasta que Juan José Daza, descendiente de la dinastía y portador de este legado histórico, donó el lote, valorado en 2,9 millones de euros, como pago de impuestos. Ochenta y cuatro pinturas fueron entonces puestas a disposición de la Comunidad de Madrid, que las presentó el pasado julio. Tres generaciones de una de las familias más importantes del arte español que ahora se muestran al público, por fin, en el Convento de las Comendadoras.
En la exposición El mundo de los Madrazo. Colección de la Comunidad de Madrid se matan dos pájaros de un tiro. Al valor artístico de la muestra se suma el de la propia rehabilitación del Real Monasterio de las Comendadoras de Santiago el Mayor. Con un valor de 2.803.246 euros, las obras de restauración comenzaron en 1999 y se prolongan hasta la actualidad, cuando aún queda por intervenir la Sacristía de los Caballeros y otras dependencias del convento.
La colección está formada por pinturas de tres generaciones de la familia Madrazo: José, iniciador de la saga -con ocho obras-, sus hijos Federico -con 24- y Luis -cuya producción, de la que se pueden ver 45 cuadros, era prácticamente desconocida hasta el momento-, y los hijos de Federico, Raimundo -5 en total- y Ricardo de Madrazo -sólo uno-. Además se muestra una copia que realizó el Infante Sebastián Gabriel de Borbón de un retrato de Luis de Madrazo.
La muestra recorre el árbol genealógico de las tendencias pictóricas del siglo XIX español, desde el Neoclasicismo del periodo de Fernando VII, con José de Madrazo como claro exponente, hasta el Romanticismo de Federico o las pinceladas impresionistas de Raimundo de Madrazo. El retrato es el gran protagonista. Federico de Madrazo fue pintor de cámara de la Casa Real, además del mejor retratista de su época, y sus obras se pueden ver en el Museo del Prado, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y el Palacio Real de Madrid, entre otras instituciones (de hecho, dirigió personalmente las dos primeras).
«La importancia de esta co- lección está en su carácter de conjunto, hay obras excelentes y otras que no lo son tanto, pero es importante ver el proyecto en su totalidad, la coherencia». Montse Martí y Carlos González López, comisarios de la exposición, han trabajado en las obras desde que la Comunidad se hiciera con ellas el pasado año. «Recuerdo cuando hice la tesis doctoral en los 70», explica González, «y trabé amistad con la familia Madrazo; me invitaban a tomar chocolate en su casa donde estaban colocados todos estos cuadros, y yo pensaba que era una pena que nadie más los pudiera ver. Aquí están mucho mejor». El comisario, tan experto como entusiasta de la obra de la familia, explicó que Federico de Madrazo fue quien «sacó de la ruina» al Convento de las Comendadoras a mediados del siglo XIX, «por lo que no existe mejor lugar para colocar esta exposición».
Entre los cuadros hay testimonios de la vida familiar que son a su vez joyas documentales. Luisa, Rosa y Raimundo, hijos del pintor, esbozado por Federico en 1845, es en realidad una estampa histórica. De fondo aparece el Tívoli, enclave donde ahora se asienta el conocido Hotel Ritz de Madrid y lugar también donde el artista tenía su estudio. El retrato de Luisito Daza de Madrazo, muerto, es otra de las piezas interesantes de la colección. Por dos razones. Es el único cuadro que se guarda de Ricardo y, a modo de broche final, muestra al último miembro de la saga, un bebé de apenas dos horas, fallecido. A partir de su muerte la colección pasó a manos de la familia colateral.
De Cecilia de Madrazo Garreta hay varias estampas. Fue protagonista de la belle époque acogiendo en sus casas de París y Venecia a los intelectuales de la época, desde Marcel Proust a Albéniz, Zuloaga o Gabriele D'Annunzio.
Gran parte del trabajo de los comisarios ha estado en identificar correctamente a los personajes, que, en ocasiones, estaban confundidos, y en atribuir al miembro correcto de la familia la autoría de los retratos. Ahora, limpios de toda duda, se dejan ver en el Convento de las Comendadoras. Una buena forma de devolverles a sus propias coordenadas de espacio-tiempo.
El mundo de los Madrazo.
Hasta el 27 de mayo en el Convento de las Comendadoras (Pza. de las Comendadoras)