Jueves, 29 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6311.
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Arte
Hasta Picasso hacía cómic
La exposición 'Picasso y los libros' acerca en Conde Duque el perfil de ilustrador del maestro malagueño y permite conocer algunas piezas insólitas, como las sulfúricas viñetas de 'Sueño y mentira de Franco'
JOSE MARIA ROBLES

Felizmente gatuno para brincar de una esquina a otra de la creación, siempre con el lomo en arco y el ojo entreabierto para deconstruir un plano, Picasso dejó tras de sí un rastro inabarcable de minúsculas obras de arte, de piezas que casi tintinean en el bolsillo, de rarezas que no habitan en un museo quizás porque el maestro les dio aire como el que esparce semillas y luego no se preocupa demasiado de atender la cosecha. «Es como una siembra», confirma, en efecto, Juan Carrete, comisario de Picasso y los libros. «Estas instalaciones están ahora sembradas de libros para el público». El Centro Cultural Conde Duque y la Fundación Bancaja invitan a conocer hasta el próximo 13 de mayo un perfil poco o nada conocido del inmortal genio andaluz: su faceta de ilustrador, trabajo en el que se volcó con la pasión que gastó en vida y en el que se detectan ocurrencias, matices y curiosidades varias no tan a la vista en sus lienzos, dibujos sueltos, esculturas y cerámicas.

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Hasta 24 volúmenes ilustrados por Picasso -se intenta no abrumar al visitante- integran la muestra, a la que hay que acceder con los ojos de par en par y con las manos libres. No en vano, ofrece la posibilidad de «ver y casi tocar» (bromea Carrete) unos hallazgos de talento que rara vez se exhiben, dado lo delicado de su soporte y las dificultades que entraña reunir lo disperso aquí y allá. Un rótulo, ya en la entrada de una de las dos salas en las que reposa el montaje, incide en dicha singularidad y pone sobre aviso: se trata de trabajos ejecutados para páginas de clásicos griegos pero también para autores contemporáneos; hechos por el malagueño en solitario o en equipo; para poderosos impresores o desinteresadamente para los amigos; con técnicas tradicionales (grabado calcográfico, linóleo, litografía) y fotomecánicas (offset, fotograbado)... Detalles que hablan de un diálogo entre escritor, artista y hasta editor. Como dio a entender Carrete, no se trata sólo de poner en valor la ilustración, «sino también la encuadernación, el papel, la tipografía...».

De Breton a Petrarca

El recorrido en Conde Duque arranca con un ejemplar del Clair de Terre (1923), de André Breton, a quien Picasso retrató como un busto clásico, y llega a su fin con la ilustración que el artista realizó en 1972 como complemento de un texto que defiende el mérito artístico del georgiano Niko Pirosmanachvili. Entre una y otra obra, servicios prestados a gente de la talla de Georges Hugnet (con él se alía para traducir a estampa Non vouloir, el primer escrito en favor de la Resistencia antinazi, año 1942), Antonin Artaud, Petrarca, Mérimée...

Por encima del resto sobresalen ciertas aportaciones a «las causas justas», en palabras de Carrete, y alguna que otra sonora bofetada de tinta. Es el caso de Sueño y mentira de Franco (1937), el ácido cómic que dedica al Generalísimo desde el exilio parisino. En distintas viñetas que deben ser leídas de derecha a izquierda a causa de la impresión, Picasso muestra de forma explícita su adhesión a la República convirtiendo al caudillo en un ser grotesco que lo mismo cabalga un cerdo, se arrodilla ante una moneda de un duro o derriba una estatua alegórica del gobierno de Azaña.

Otra colaboración memorable es la que lleva a cabo a propósito de De mémoire d'homme. Poème (1950) de Tristan Tzara: nuevas litografías en las que el propio creador quiso dejar las huellas de sus dedos, insólita rúbrica. Interesante es, asimismo, la relectura gráfica que hace de los Vingt poèmes (1948) de Lope de Vega, una serie de grabados al aguafuerte y aguatinta al azúcar. Y ya casi al final, con la pupila llena de cabezas de fauno, anatomías insinuantes, pintores y modelos, asoma La tauromaquia o arte de torear (1959), de José Salvador (Pepe Illo).

Picasso y los libros.

Hasta el 13 de mayo, en el Centro Cultural Conde Duque.

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