Tony Blair pidió ayer «incrementar la presión diplomática e internacional» sobre Irán para demostrarle al Gobierno de Teherán que está «completamente aislado» en el mundo. En una intervención ante el Parlamento, el primer ministro británico fue contundente al decir que el apresamiento de 15 militares en aguas del Golfo Pérsico es «un acto completamente equivocado e ilegal».
Minutos antes, su ministra de Asuntos Exteriores, Margaret Beckett, anunciaba que todas las relaciones con Irán quedaban en suspenso y sólo se mantendría abierto el canal de comunicación imprescindible para lograr la puesta en libertad inmediata de los detenidos.
El pasado viernes 23 de marzo, ocho marinos y siete infantes de Marina de la Royal Navy fueron apresados cuando, tras una misión rutinaria, regresaban en barcas hinchables a la fragata HMS Cornwall.
De inmediato, Londres precisó que esos botes surcaban aguas internacionales y que sus efectivos, cumpliendo un mandato de Naciones Unidas, habían inspeccionado un mercante para averiguar si transportaba material de contrabando.
Irán reaccionó a las pocas horas. Después de llevar a los 15 detenidos a una base naval, informó de que las barcazas se habían adentrado al menos 500 metros en sus aguas jurisdiccionales.
Tras varios días de tensiones, de peticiones infructuosas y de cruce de declaraciones sobre dónde se encontraban los 15, el Gobierno británico decidió revelar todas las pruebas de que dispone para demostrar que el apresamiento se produjo, tal y como ellos dijeron, en aguas de Irak.
El vicealmirante británico Charles Style enseñó varias imágenes y un mapa donde se detalla cómo se produjo lo que él definió como «emboscada» de los iraníes. En las fotos se observa en un GPS el punto exacto donde estaban los dos botes hinchables interceptados por las Fuerzas Navales de Irán. Según los datos registrados en la máquina, los ocho marinos y siete infantes de Marina del HMS Cornwall estaban en aguas iraquíes, a 1,7 millas náuticas de la línea imaginaria que marca la frontera con Irán.
Con estas pruebas que Londres considera irrefutables, Beckett dejó claro que ahora es necesario «centrarse en resolver este asunto». Y por ello anunció que se impondrá «la congelación de todos los contactos bilaterales con Irán hasta que la situación no sea resuelta».
Beckett dejó claro que «nadie debería tener duda alguna de la gravedad» del conflicto y explicó que todos estos nuevos pasos -las declaraciones de Blair, la revelación de las imágenes y la suspensión de relaciones- conforman la «fase diferente» que anunció el primer ministro británico.
La ministra de Exteriores no entiende cómo es posible que, ante las evidencias incuestionables presentadas ayer, y que se conocían desde el primer minuto del incidente, «los iraníes hayan cometido un error de estas características [al facilitar] sus coordenadas iniciales».
Teherán no tiene la menor duda de la incursión de las barcazas en su territorio. Ayer mismo, la embajada iraní en el Reino Unido insistió: los británicos entraron al menos medio kilómetro en su territorio. Y añadió: «Estamos seguros de que los Gobiernos iraní y británico son capaces de resolver este problema por medio de contactos y de la cooperación necesaria para que esos incidentes no se vuelvan a producir en la zona».
La tensión diplomática se incrementó ayer no sólo por las declaraciones inequívocas del Gobierno británico o la reacción del iraní -lanzando al mundo imágenes de los detenidos-, sino por la reacción de Teherán al anuncio de EEUU de realizar maniobras en el Golfo.
Dos portaavaviones estadounidenses, el USS Dwight Eisenhower y el USS John C. Stennis, han empezado a realizar ejercicios militares en la zona con la intención, según un portavoz del Pentágono, de tranquilizar a los aliados de la zona. Cierto es que una fuente militar citada por France- Presse vinculó las maniobras a la detención de los militares británicos. También que el presidente de EEUU apoyó ayer por videoconferencia a Blair. Teherán, por último, reaccionó a esos ejercicios, calificándolos de «propaganda psicológica».