Jueves, 29 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6311.
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 MUNDO
CONVULSION EN ORIENTE PROXIMO / Desplante a EEUU
El rey Abdulá critica «la ocupación extranjera» de Irak en la cumbre de la Liga Arabe en Riad
Arabia Saudí advierte a Israel de que su plan de paz es la última oportunidad para evitar otra guerra Turquía invita al primer ministro palestino, lo que puede provocar roces entre Tel Aviv y Washington
JAVIER ESPINOSA. Enviado especial

RIAD.- La cumbre de la Liga Arabe certificó ayer el final del bloqueo diplomático al nuevo Gobierno palestino en un claro desplante hacia la estrategia diplomática de Washington, cuyo principal aliado regional, Israel, también vio cómo Riad le advertía sobre una nueva guerra si rechaza su oferta de paz.

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En una escena inusual en las reuniones de las 22 naciones árabes, el cónclave que se celebró en el ingente centro internacional de conferencias de Riad no dejó de acumular señales contrarias a la política norteamericana e israelí.

El propio rey saudí, Abdulá, arremetió contra «la ocupación extranjera ilegal» de Irak que, sin nombrar a Estados Unidos, supone una clara descalificación de las fuerzas norteamericanas que se mantienen en el vecino país árabe desde que lo invadieron en 2003.

El bloque árabe, resquebrajado siempre por sus rivalidades internas, semeja haber recuperado en esta ocasión una cierta «confianza en sí mismo», como reclamó Abdulá, suficiente incluso para presentar a Israel una suerte de ultimátum respecto al plan de paz que Arabia Saudí viene abanderando desde 2002. «Ya hemos hecho todo lo que hemos podido en el mundo árabe. Si Israel rechaza [la oferta] significa que no quiere la paz. Estarán poniendo su futuro no en las manos de los mediadores de la paz, sino en las de los señores de la guerra», advirtió el ministro de Exteriores saudí, el príncipe Saud Faisal en una entrevista al diario británico The Daily Telegraph.

Faisal negó cualquier otra concesión a los israelíes, lo que también pone en cuestión la pretensión de EEUU de organizar una conferencia regional que incluya a naciones árabes como la misma Arabia Saudí, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y Tel Aviv. «Otros países árabes reconocieron a Israel y ¿qué han conseguido? Israel no ha cambiado», añadió el titular de Exteriores saudí.

De la misma opinión se mostró el presidente de la ANP, Abú Mazen, quien advirtió: «Si esta iniciativa fracasa, no creo que se presente una oportunidad mejor para la paz en el futuro próximo».

La iniciativa árabe, adoptada en la Cumbre de Beirut de 2002, ofrece a Israel una paz con todas las naciones de la región a cambio de que se retire de los territorios palestinos ocupados en 1967, incluidos los Altos del Golán sirios. La propuesta también defiende «una solución justa» a la problemática de los refugiados palestinos, aunque los mismos líderes árabes asumen que no podría desembocar en el regreso a Israel de los millones de exiliados que están repartidos por la región.

Como explicó el representante de Política Exterior de la UE, Javier Solana, los países árabes quieren que cualquier cambio en su proyecto de paz -básicamente en torno al derecho al retorno de los refugiados- se realice una vez que Israel lo acepte y «no antes».

La posición árabe refleja además un giro radical de estas naciones desde aquella famosa Cumbre de Jartum de agosto de 1967, donde los mismos países que hoy abogan por un tratado de paz con Israel emitieron sus famosos tres no: «No al reconocimiento de Israel, no a la negociación, no a la paz».

El secretario general de la Liga Arabe, el egipcio Amro Musa, reconoció asimismo que la región se enfrenta a una encrucijada crucial: «O bien nos movemos hacia una paz real o bien veremos una escalada en la situación».

Convertida en referente crucial del encuentro, la nueva alianza política palestina vio cómo no sólo el rey Abdulá llamaba a poner fin al bloqueo financiero que sufre la ANP, sino cómo el primer ministro, Ismail Haniya, era tratado con honores de estadista. Entre otras entrevistas, Haniya se reunió con el ministro de Asuntos Extranjeros noruego y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, quien, según la CNN, habría invitado al jefe del Gobierno palestino a visitar oficialmente su país, un gesto que, de confirmarse, provocará un enorme encono en Tel Aviv y Washington.

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