«Si yo no he dicho nada. Es la gente la mal pensada», decía para justificar la risa cómplice con el que el público respondía a sus canciones más difundidas, como Tumbaíto, ¡Ay, candela!, A mí me gusta que baile Marieta, Cuidao con el perro, Cómo vengo este año, y Mañana me voy pa' Sibanicú.

Nacido el 4 de junio de 1911 en la ciudad de Holguín -a unos 700 kilómetros al este de La Habana, Cuba- en una familia humilde sin tradición musical, Faustino Oramas aprendió a tocar la guitarra y a cantar de oído. Y a los 15 años, comenzó su pobretona carrera musical tocando maracas y cantando en una orquesta de la localidad llamada Tropical.

Pero El Guayabero asimiló el legado de los textos de los grandes trovadores de la época y el ritmo del son de la zona oriental de la isla y creó sus propias guarachas y sones, como la pieza Tumbaíto, que popularizó en los años 40 la artista argentina Libertad Lamarque. Pronto, sus canciones pasaron al repertorio de orquestas nacionales afamadas, como la de Pacho Alonso y Neno González.

Su canción En Guayabero, que compuso a los 27 años, fue la que, además de darle su sobrenombre, trazó su derrotero artístico como compositor y trovador de la picaresca musical, sobre todo a partir de 1960, año en que Pacho Alonso la grabó con su orquesta, dándola a conocer en medio mundo.

Al cumplir sus 95 años de edad, y a pesar de que su voz potente se le había achicado, con su habitual buen humor comentaba que «según la matemática moderna» había cumplido sólo 59 años. Sin embargo, se dice que, en realidad, Faustino había cumplido 103 años, y que la diferencia con la edad oficial se debía a que sus padres se demoraron varios años en registrar su nacimiento.

Años arriba o abajo, El Guayabero explicaba que la posible causa de su activa longevidad era que no bebía alcohol, no fumaba y que siempre se había «llevado bien con las personas». Y lo cierto es que a pesar de que decía que no bebía nada cuando tenía algún concierto, de todos era sabido que, antes de comenzar a cantar, se bebía un vaso de lechita, un brebaje que solía prepararse con leche y ron. «Me daba sólo un traguito para limpiar la garganta», acababa confesando, picarón, aunque con voz seria y en tono de disculpa.

Y al igual que todos los trovadores de su generación, las mujeres eran su mayor obsesión. «Las he tenido de varios colores, como las chupetas», declaraba recientemente. Todavía a sus 95 años se activaba su mirada de enamorado ante una dama atractiva.

En los últimos años, su fama internacional había crecido mucho, gracias a su participación en el disco Buena Vista Club Social, y a sus colaboraciones con artistas como Compay Segundo o Ibrahim Ferrer.

Fuera de Cuba, El Guayabero ha dado numerosos conciertos en España, Holanda, París y México. A los cantautores Silvio Rodríguez y Pablo Milanés siempre los consideró como sus hijos.

Entre las distinciones que recibió por su carrera artística están las de Miembro de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la Orden Félix Varela, la Distinción por la Cultura Nacional, el Hacha de Holguín y el Escudo de la Ciudad -estas últimas máximas distinciones de la provincia cubana de Holguín-, y el Premio Nacional del Humor en el 2002.

El Guayabero ha fallecido a consecuencia de un cáncer de hígado. Sus restos fueron velados antesdeayer en el Museo de Historia de la ciudad de Holguín y una gigantesca muchedumbre acudió ayer a su sepelio.

Faustino Oramas 'El Guayabero', cantautor cubano, nació en 1911 en Holguín, localidad en la que falleció el 27 de marzo de 2007.