ANNA TORTAJADA
Esta semana se presentaba en el Ayuntamiento de Barcelona la guía Educar és estimar, editada por el propio Ayuntamiento y el Consell Educatiu Municipal de Barcelona. La guía va dirigida a los padres y madres con hijos de edades comprendidas entre los 0 y los 16 años, es decir, todas las etapas de formación de una persona en proceso de convertirse en un miembro adulto de la sociedad.
Durante unas décadas, el concepto de educación ha estado en suspenso.Tras las generaciones sometidas a un autoritarismo implacable empeñado en la perpetuación de determinados modelos y la reproducción exacta de esquemas, valores y comportamientos establecidos, se pasó a un cuestionamiento integral del sistema y los métodos educativos vigentes hasta entonces. Se alzaron las voces en defensa de la libertad y por la ley del péndulo, muchos padres y madres que habían sufrido una educación represora, apostaron por dejar crecer a su aire a sus hijos e hijas. Ese deseo de borrar la represión del ámbito familiar degeneró en muchos casos en la no-educación.
Algo tan sabido como que la libertad de cada individuo acaba donde empieza la de los demás cayó en el olvido. El resultado fue el caos. Caos en el seno de las familias donde los más pequeños aprendieron a ejercer una dictadura despótica, pero también en los centros de enseñanza. Los padres y madres ya no eran cómplices y aliados de los profesionales de la enseñanza con quienes deberían haber compartido la educación y formación de sus descendientes, sino que se convirtieron en sus enemigos. Se desautorizaba a maestros y profesores al tiempo que se les responsabilizaba de la mala educación de los pequeños dictadores, en una dejación absoluta, por parte de padres y madres, de sus obligaciones.Hasta que la situación se ha hecho insostenible. No es un problema local.
La aparición de programas de televisión como Super Nanny refleja la desesperación y la impotencia familiar y social que ha generado esta crisis. La guía Educar és estimar parece una buena contribución al necesario proceso de reconversión del concepto de educación.Conviene hacer comprender a los padres y las madres que poner límites, establecerlos y hacerlos respetar, es un acto de amor.La guía, que puede conseguirse también a través de internet, recuerda, en sus primeras páginas, algo tan evidente, pero tan olvidado, como que son las familias las que tienen la primera responsabilidad en la educación del hijo o de la hija y que para ser un buen padre o una buena madre, hay que prepararse, formarse, porque nadie nace enseñado.
Las Asociaciones de Padres y Madres pueden elegir y solicitar al Consell Escolar Municipal las charlas y talleres que se ajusten mejor a sus necesidades y circunstancias de entre las 70 que la guía propone. Estas actividades de formación para adultos las imparten especialistas y profesionales en los mismos centros de enseñanza o en las bibliotecas del barrio y se agrupan, de manera específica, en tres grandes sectores, según la edad de los hijos e hijas. En estos momentos ya se están beneficiando más de 5.500 padres y madres de estos cursos que desde hace unos años organiza la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Cataluña.
Las nuevas generaciones son nuestro futuro. Ellos y ellas serán quienes dentro de nada tomarán el relevo y ocuparán los cargos de responsabilidad en todos los ámbitos de nuestra sociedad.Vale la pena invertir esfuerzos en su educación, aunque sólo sea porque sus decisiones, comportamientos y actitudes nos afectarán a nosotros, sus padres y madres, en un futuro no muy lejano.
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