Viernes, 30 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6312.
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¡Nora no es una muñeca!
En los escenarios barceloneses coinciden tres obras con una temática común: la violencia contra las mujeres, pero tratada desde diferentes perspectivas. Actrices y directores se reúnen y debaten sobre teatro y sociedad
VANESSA GRAELL

Un sobrio escenario blanco acoge cada noche el monólogo de una muerta: Claudine representa a cientos de mujeres que han perdido la vida a manos de sus maridos. La actriz Cristina Plazas interpreta este papel en L'altra guerra, pero esta vez no sube sola al escenario: las tres actrices de Folie en famille y la protagonista de Nora (Casa de Nines) la acompañan.

A los niños y niñas que crecen con cuentos de hadas, soñando que el príncipe azul rescata a la princesa, nadie les ha explicado qué sucede después. ¿Qué hacer cuando el príncipe azul, ya convertido en marido y padre, se transforma en un tirano?

Uno de sus pocos ejemplos teatrales es la inmortal protagonista de Ibsen, Nora. Como tantas otras mujeres, Nora ha vivido siempre en una mentira, en una casa de muñecas donde ella era el principal juguete de su marido. En un hito en la historia de la dramaturgia, Nora dio un portazo y se marchó. Pero muchas mujeres siguen atrapadas en esa guerra invisible que se libra de puertas adentro. Tres teatros -el Villarroel, la Beckett y la Muntaner- han abierto esas puertas y han subido al escenario la intimidad más inconfesable de las familias.

Excepcionalmente, cinco actrices y dos directores se han reunido en un teatro vacío para debatir sobre su función como lugar donde romper los tabús sociales. Fuera la mañana es gris, amenaza con llover y los periódicos informan de dos nuevos casos de violencia doméstica. «Llamemos a las cosas por su nombre», reivindica el director de L'altra guerra, Ramon Simó. Es decir: dos mujeres han sido asesinadas a manos de hombres a los que amaron. Porque violencia de género es un eufemismo políticamente correcto, de lo más periodístico, que esconde una guerra silenciosa. Una guerra que Nora ganó.

El teatro no pretende aportar soluciones a nada y menos a un problema como el de la violencia contra las mujeres. «Nuestra función es provocar un debate. El teatro no puede perder el espacio de reflexión que ha sido, es y debería ser», afirma el director Ramon Simó. Las actrices de Folie en famille, Anabel Moreno, Blanca Pàmpols y Sara Rosa; la protagonista de Nora (Casa de Nines), Gemma Sangerman, y su director, Jordi Pons, coinciden con Simó. Aunque las carteleras están saturadas de espectáculos comerciales que entretienen al público pero que no le hacen pensar, aún queda espacio para la crítica.

Simó empieza por hacer examen de autoconciencia porque, tal vez, sea la propia gente del teatro la que se corta las alas excusándose en que el público no quiere o no tiene ganas de ver determinados temas sobre el escenario: «Como si fuésemos gurús con una bola de cristal nos inventamos lo que el público quiere o no quiere», afirma. Los demás asienten. Las cinco actrices y los dos directores se han propuesto reflexionar, no con el ánimo de encontrar respuestas (no las hay), pero sí de poner el dedo en la llaga en uno de esos temas que, a priori, no interesa al público: la violencia contra las mujeres.

Cristina.- Es un tema durísimo, había días en los que me decía que no podía hacerlo. Cuando algunas mujeres te esperan después de la función para contarte sus experiencias a veces no sabes cómo reaccionar.

Jordi.- ¿Y qué pasa con los hombres? ¿Qué te dicen?

Cristina.- Una vez un amigo me confesó: «¿Sabes lo que me ha dolido al ver la obra? Que yo he sentido ese poder con las mujeres.Nunca lo he utilizado porque no he querido, pero sabía que estaba allí». Reconocer que, potencialmente, eres una persona que puede hacer daño y que tienes las armas para hacerlo es un primer paso.

Gemma.- La frontera es muy fina. En Nora no hay escenas de violencia física, pero sí momentos en los que parece que a Helmert se le va a ir la mano.

Blanca.- En Folie... las mujeres no sólo son víctimas de la violencia, también son testimonios.

Anabel.- Y callan. Es el tema de la culpabilidad.

Sara.- Una culpabilidad que se da porque perciben una situación anormal como algo normal. Eso es lo que significa folie en famille, es un concepto que se usa en psicopatología para explicar ciertos desórdenes.

Blanca.- La culpabilidad y el espíritu de sacrificio son precisamente lo que impide a muchas mujeres denunciar a sus maridos.

Ramon.- Aunque ahora se denuncia con más facilidad, continuamos sin atacar los factores que hacen que socialmente la mujer sea considerada inferior al hombre. Porque la violencia contra las mujeres no es sólo dar una bofetada, empieza en muchos espacios que no tienen nada que ver con la vida doméstica, sobre todo en el ámbito laboral.

Cristina.- Pero es toda la sociedad la que permite estas desigualdades.

Anabel.- Es más, durante siglos, las mujeres hemos sido las transmisoras de esta manera de pensar. Hemos educado a los hijos en ideas machistas. Hablando en términos históricos, llevamos muy poco tiempo de emancipación femenina. Ahora tenemos acceso a terrenos que han sido tradicionalmente masculinos. Y eso descoloca al hombre.

Sara.- ¡El hombre también tiene que liberarse!

Jordi.- Sí, ese es el gran problema El cambio de roles exige cierto tiempo histórico para que los hombres se recoloquen.

Anabel.- Lo que está claro es que la violencia existe, no se puede obviar. Y está en el núcleo de la sociedad, es decir, en la familia. Eso lo convierte en tema tabú.

Gemma.- Pero es un tabú que se puede romper. Nora lo hizo a finales del XIX. Eso sí, estaba muerta de miedo. Estaba tan sometida que ni siquiera se plantea cómo puede ser una vida fuera de ese entorno. Incluso piensa en el suicido antes que encararse con Helmert. Ojalá que el paso final que da Nora pudiesen darlo muchas mujeres de hoy que no se atreven.

Cristina.- A mí me encantaría ver cómo continúa Casa de Nines.¿Qué hace Nora cuando sube al tren? Se ha liberado, sí, pero ahora, ¿qué?

Gemma.- Queda la esperanza.

Nora está sentada en un banco de la estación de trenes. Aunque esté aterrada, por primera vez es ella quien escoge y quien decide dónde quiere ir.


Cuando la muerte es blanca

El blanco une 'L'altra guerra' (hasta el domingo en el Villarroel) y 'Folie en famille' (hasta el domingo en la Beckett). En la escenografía todo es blanco, muy minimalista, para que el protagonismo sea de las actrices. La muerte planea en esa ausencia de color.Empezando por la propia Claudine, un fantasma que recuerda sus años de vida, y acabando por el cadáver de la madre de familia en 'Folie...'. La madre muerta en la habitación de la izquierda, el agresor durmiendo a pierna suelta en la de la derecha y, en medio, el drama de la hija, la hermana de la muerta y la hermana del marido.

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