Alto, serio y con boina, Juan Luis Guerra vuelve a cantarle al amor al filo de los 50 años y con una intensidad que no se sentía desde el legendario Bachata Rosa. Después de ese disco premeditadamente cristiano que no todos comprendieron, el trovador dominicano vuelve por sus fueros con La llave del corazón (EMI) y hace escala en Nueva York, dispuesto a hacer las Américas con más bachata y más merengue, con la venia del reggaetón...
Pregunta.- En una sola canción, usted conjuga la palabra amor 50 veces, ¿no es acaso un atracón?
Respuesta.- He querido hacerle una exaltación al amor, este disco me ha salido así... Incluso los merengues, que otras veces me han llevado por el lado social, esta vez me han salido por el lado romántico...
P.- De todos los pelajes que describe en Amores, ¿con cuál se queda?
R.- Yo quería dejar claro lo que es el amor y lo que no lo es. Yo siento como mío ese «amor eterno que no se acaba» y que va creciendo y cambiando, pero quería hablar también de los amores «tibios y fingidos»... Me venía muy bien la forma del perico ripiado, y he contado con el acordeón de El Prodigio, todo un maestro.
P.- ¿Y lo del cundiamor no es ripiar el ripio?
R.- El cundiamor es una mata caribeña. Dicen que da un fruto más bien amargo, no sé si tendrá algo que ver...
P.- ¿Dónde estuvo su musa durante durante casi 10 años?
R.- Me dediqué a mis negocios y a otras cosas, pero nunca dejé la música. Necesito componer como necesito comer.
P.- ¿Estamos ante la vuelta del Juan Luis Guerra terrenal de Bachata Rosa después de su álbum premeditadamente cristiano?
R.- Para ti era un disco para el Señor, sí. Pero ya lo dije en su momento: voy a seguir componiendo canciones de amor, y éste es el caso. Creo que es uno de los discos más románticos que nunca he hecho. Y me ha salido sietemesino, muy rápido, de una manera muy sencilla y natural...
P.- No negará que algunos de sus fans andaban despistados...
R.- A unos les gustó el disco cristiano, y a otros no tanto. No ya por el contenido, sino por la forma...
P.- ¿Se sintió incomprendido?
R.- Al principio, cuando tomas una decisión tan importante en la vida, hay quizás personas que no están de acuerdo y te critican. Pero yo tengo que seguir mi camino.
P.- ¿Cómo fue su conversión?
R.- Me faltaba paz en ese tiempo. Aun con los premios y el reconocimiento que había ganado sentía un vacío en mi corazón. Vinieron a hablarme del Señor, escuché y encontré lo que buscaba.
P.- ¿Y antes creía en Dios?
R.- Yo creía en Dios, pero no le creía a Dios.
P.- Este disco se lo vuelve a dedicar a Él...
R.- Es que esta capacidad que tengo me viene de Él, aunque antes no lo sabía. El Señor es el gran músico y sabe repartir sus dones.
P.- También se lo dedica a su esposa Nora, ¿nunca bailaría con otra?
R.- Ella es la fuente de mi inspiración (aunque hay quien dice que Una cancioncita de amor es para mi hija Paulina). Lo digo de veras: si Nora no baila conmigo, yo prefiero quedarme sentado.
P.- ¿Qué sería de Juan Luis Guerra sin los 4.40?
R.- Me sentiría como huérfano. Somos 20 y formamos una gran familia. Nos entendemos con mirarnos, como un gran equipo de basketball.
P.- ¿Nunca ha sentido la tentación de fichar por Miami?
R.- No. En la República Dominicana están mi inspiración, mis raíces, mis amigos. Es un país maravilloso, aunque tengamos nuestros problemas. Miami y Nueva York están tan cerca...
P.- En este disco canta en inglés e introduce elementos de blues, soul y funk, ¿aspira a comerse el mercado norteamericano?
R.- Me gustaría que pegara aquí, como me gustaría que abriera puertas en Francia, Italia y otros lugares. Los ritmos caribeños son muy fuertes y están muy establecidos. Todo el mundo ha oído hablar de la salsa, del mambo o del merengue, pero nos tienen que conocer mejor.
P.- ¿Cantaría un reggaetón?
R.- Creo que es un género digno y nuevo, pero yo tengo muchísimas otras cosas con las que trabajar.