«A no ser que a nuestro portero le hubiera crecido un tercer brazo, desde el banquillo teníamos claro que España nos iba a terminar marcando. Era cuestión de un milagro o de tiempo». Con más sencillez no pudo finalizar su rueda de prensa Eyjolfur Sverrison, el entrenador de Islandia, al filo de la una de la madrugada del jueves en el Ono Estadi de Mallorca.
No hubo milagro, efectivamente, y España se llevó los tres puntos después de un gran monólogo de 80 minutos y un solo gol. «Es que hubiera sido una injusticia tremenda habernos quedado en empate. Fuimos siempre superiores, como pocas veces lo hemos sido en algún otro partido», afirmaba David Albelda, consciente de que tuvo que ser sustituido porque su presencia sobre el césped era absolutamente innecesaria. «Bueno, yo creo que ni Albelda, ni yo hacíamos falta», bromeaba Iker Casillas.
Y es que ningún otro de los partidos disputados a lo largo de la semana en los siete grupos de clasificación arrojó para ninguna otra selección local o visitante unos registros tan abrumadores respecto a su rival. España realizó 128 jugadas de ataque, lanzó 20 córners, disparó a puerta 30 veces, 10 entre los tres palos para provocar nueve grandes intervenciones del portero islandés, y una al palo. El mayor peso del juego lo llevó Xavi, con 21 pases al área (ver cuadro). En la segunda parte, la selección tuvo un 81% de posesión del balón.
Paradoja.
Nunca una superioridad tan evidente en los números se había traducido en una victoria tan pequeña. Es cierto que España jamás consiguió ganar a Islandia por más de un gol, pero también es verdad que nunca había cuajado una actuación tan arrolladora. «Si el partido hubiese terminado 7-0 a nadie le habría podido extrañar. Su portero y sus defensas se llevaron sobresalientes», comentaba Angulo, que entró en la segunda parte para martillear un poco más la banda izquierda nórdica.
Carles Puyol decía que no había llegado a aburrirse en la segunda parte, pero sí que pocas veces antes en su carrera, «por no decir nunca», había subido tanto y pisado el área de un equipo rival. «Lo teníamos muy claro desde el principio y nos fuimos contagiando unos a otros». Sergio Ramos vio a una España «con las ideas muy claras». Para el lateral español, «Islandia las pasó canutas durante todo el partido». «Salimos convencidos de que nos íbamos a encontrar a un autobús en su área y así fue. Les iba saliendo todo, pero yo desde que soy internacional no recuerdo un encuentro en que hayamos atacado tanto. En el campo nos decíamos unos a otros que otra vez, y otra vez, y otra vez. No podíamos parar», decía el sevillano.
Las conclusiones que sacó Luis del triunfo fueron varias y diferentes. Por una parte, sintió alivio al comprobar que había acertado en el planteamiento y, además, en los cambios. No estaba el selecciondor para ponerse a bailar, desde luego, consciente de que Islandia no es una potencia mundial, pero sí que sus jugadores cumplieron con los planes. «Si no hubiera entrado un gol, tendría mucha rabia, pero me sentiría igual de satisfecho con el trabajo de ellos», afirma Luis. Ya dejó ver esta idea tras el encuentro ante Dinamarca y en la previa del encuentro del miércoles: «No sólo me vale con ganar». Luis cree que partidos como el de Mallorca elevan la curva de popularidad de la selección, pero lamenta que hasta dentro de tres meses no podrá volver a reunirse con el equipo. «Cuando acepté el cargo ya sabía qué es lo que me esperaba. No se puede hacer otra cosa al respecto, así que lo mejor es seguir estudiando a los futbolistas desde sus equipos, porque un partido se puede llegar a decidir por un matiz».
Luis es consciente de que será «prácticamente imposible» otro recital de dominio como el de la noche pasada. Esperan selecciones que suenan, como Islandia, a equipos pequeños, «pero sobre los que tendremos que estar tan contundentes de espíritu para hacer algo parecido». Liechtenstein, Letonia y de nuevo Islandia... Antes de cruzarse de con los cocos del grupo (Dinamarca, Suecia e Irlanda del Norte).