El comando de ETA desarticulado por la Guardia Civil tras las detenciones practicadas en las provincias de Guipúzcoa, Alava y Navarra contaba con material electrónico para programar bombas con hasta un año de antelación, además de tres temporizadores marca Casio, más habituales, que permiten preparar una explosión con un margen de 24 horas.
Según la información facilitada por el Instituto Armado, que ayer expuso en el cuartel de Intxaurrondo el material localizado en un piso de la localidad guipuzcoana de Andoain, los temporizadores llevaban pegatinas con el anagrama de ETA y detalladas instrucciones escritas en euskara para su montaje. También figuraban las medidas de seguridad a adoptar para evitar fallos, como la recomendación de utilizar pilas «adecuadas, nuevas y sin usar».
La Guardia Civil detuvo el miércoles a ocho integrantes del reconstruido comando Donosti, uno de ellos liberado (a sueldo) y siete legales (no fichados). La operación es la más importante de la lucha antiterrorista desde que la banda anunció el alto el fuego en marzo de 2006.
Alto el fuego
El presunto cabecilla del grupo, el pamplonés José Angel Lerín Sánchez, que se encontraba huido desde la primavera de 2005 y actuaba como miembro liberado, a sueldo de la organización, contaba, además, con dos carnés falsos de la Guardia Civil con su fotografía y una pistola de las robadas por ETA en una empresa en Francia durante el alto el fuego, una Smith and Wesson del calibre 45.
El Ministerio del Interior aclaró que la pistola está identificada por el Sistema de Información de Schengen que comparten las policías europeas, desde el mes de octubre, tras el robo de armas que tuvo lugar en la localidad gala de Vauvert.
Entre los efectos incautados a Lerín también se encuentran una tarjeta sanitaria europea, un documento nacional de identidad, un permiso de conducir y una tarjeta bancaria, documentos falsos todos ellos.
La fabricación de bombas parece que era una de las prioridades del comando, que almacenaba 18,7 kilogramos de nitrato, 600 gramos de pentrita, cuatro kilos de clorato y distintas cantidades de aluminio, azufre y azúcar, materiales que se emplean en la fabricación de explosivos, de forma que la mezcla permitiría configurar unos 30 kilos de explosivo, según la información facilitada por Interior.
Los escritos localizados en Andoain recogen distintas instrucciones: «Asegúrate con una pila de nueve voltios de que la lámpara está bien colocada. Unir el detonador al aparato. Poner en carga el detonador». Junto con los temporizadores, las fuerzas antiterroristas han encontrado detonadores, ampollas de mercurio y otros dispositivos de iniciación de bombas lapa, cordón detonante, lámparas de comprobación, herramientas y fiambreras de plástico.
Caben pocas dudas, por tanto, sobre la intención de los terroristas de dirigir los explosivos contra objetivos concretos, con la colocación de bombas en los bajos de vehículos, una práctica habitual del comando Donosti y los grupos herederos de éste, que conformaron en los años 90 el bautizado como complejo Donosti.
Para conocer las intenciones del grupo, resultarán determinantes las declaraciones de los ocho detenidos, que ayer permanecían en dependencias de la Guardia Civil de Madrid a la espera de pasar a disposición del Juzgado de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional.
Aunque los investigadores también han encontrado «mapas, cartografía, callejeros, planos y croquis», según la descripción del Ministerio del Interior, no se ha facilitado información sobre una lista de objetivos que podría haber sido localizada con el resto del material y la documentación incautadas. Los mapas corresponden a valles y montes de los Pirineos y montes de la Comunidad autónoma vasca y Navarra y los callejeros son de distintas localidades guipuzcoanas.
La investigación continuaba ayer abierta, según confirmó Interior, sin que la Guardia Civil descartara nuevas detenciones y registros antes de dar por desarticulado el comando y detenidos todos sus miembros.