PEDRO SIMON
MADRID. - Con la zanahoria de la convergencia con Europa para 2010 por delante y los ecos de una contestada Ley Orgánica de Universidades (LOU) popular por detrás, el Congreso aprobó ayer su tercera reforma universitaria desde que se reinstauró la democracia en este país.
La anunciada reforma de la LOU salió adelante con 183 votos a favor (PSOE, CiU, ERC, PNV, IU-ICV, CC y Grupo Mixto) y 119 en contra (PP), y los rectores mostraron su alivio ipso facto ante la nueva vida, que ha costado un cadáver político -la ex ministra San Segundo fue destituida en parte por su sordera ante los interlocutores de la enseñanza superior- y principia su andadura con dos palabras clave: autonomía y confianza.
Autonomía, porque las universidades tendrán prácticamente las manos libres para contratar a su profesorado, diseñar sus estudios o decidir cómo eligen rector.
Confianza, porque es la palabra más machacada por el Ministerio a la hora de apadrinar su texto: se confía en los centros de enseñanza superior y en su buen hacer, se viene a decir, en contraposición a las críticas de «desconfianza» hacia la jerarquía de los campus que, aseguran, destilaba la ley del PP.
La Universidad que viene decidirá si los rectores son elegidos por sufragio universal o mediante el claustro; permitirá que los centros seleccionen como ellos quieran a sus docentes, que antes tendrán que acreditar su valía mediante un mero sistema de acreditación presentando documentos sobre su experiencia y méritos, y, entre otras cosas, otorga a los centros el diseño de sus propias carreras. La previsión del Gobierno es que la norma aprobada ayer en la Cámara Baja entre en vigor, en la gran mayoría de sus vertientes, antes de que llegue 2008. Hay 74 universidades calentando, prestas ya al pistoletazo de salida.
«Estamos ante un proyecto de gran trascendencia para responder eficazmente a las demandas de la población española y caminar junto a las universidades europeas del Espacio de Educación Superior», señaló ayer una pletórica Mercedes Cabrera, ministra de Educación, quien hizo pública una vez más su «plena confianza» en la institución. «Con esta reforma se van a eliminar trabas y barreras y abrir espacios», dijo; «el texto supone una remoción de obstáculos para la autonomía, va a saber responder al futuro y va a brindar a las universidades un instrumento eficaz para su transformación».
Eugenio Nasarre, diputado del PP, hizo de aguafiestas de la mañana. «Es un texto profundamente negativo que genera enormes incertidumbres e introduce elementos contra la excelencia».
Lo que se prometió en su día como derogación de una norma (Zapatero dixit), ha terminado siendo un maquillaje en discretos tonos y ha trocado en mera reforma. El propio rector de la universidad más grande de España, Carlos Berzosa, preboste de la Complutense, lo dijo así nada más verle la cara al muñeco: «Para esto no nos manifestamos contra la LOU».
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