Los 23 sin papeles que quedan en el puerto de Nuadibú, en Mauritania, serán enviados a Melilla en los próximos días. Este grupo de asiáticos, que viajaba a bordo del barco negrero Marine 1, se ha negado a ser identificado y a colaborar con la policía y ningún país ha querido hacerse cargo de ellos.
Al final, será el Gobierno español quien se ocupe del destino de estos 23 inmigrantes, que finalmente serán trasladados al centro de estancia temporal (CETI) de Melilla.
En un principio, iban a ser desplazados a las islas Canarias -donde ya se envió un primer grupo de 35 solicitantes de asilo-, pero el Ejecutivo ha descartado esta opción para no perjudicar la carrera electoral del candidato socialista Juan Fernando López Aguilar, ante la proximidad de las elecciones autonómicas en el archipiélago, según informaron fuentes de la negociación.
El Ministerio del Interior era partidario de mantener por más tiempo a este último grupo en Nuadibú, pero el Departamento de Exteriores ha presionado para zanjar la crisis, que se prolonga ya desde hace casi dos meses.
Los últimos en salir de Mauritania han sido 115 paquistaníes que fueron repatriados el miércoles y llegaron ayer a Islamabad en un avión fletado por España. Los paquistaníes se acogieron voluntariamente al programa de repatriación de la Organización Internacional de las Migraciones.
Si lograr el desembarco del Marine 1 fue complicado, las labores de identificación de los 369 sin papeles que viajaban a bordo de la embarcación lo fueron aún más.
El Gobierno español se tuvo que emplear a fondo para lograr que las autoridades mauritanas permitiesen atracar al barco negrero, que fue interceptado por Salvamento Marítimo tras sufrir una avería en el motor. Y sólo lo consiguieron bajo una condición: que ni uno solo de los 369 inmigrantes se quedaría en Nuadibú.
Una vez logrado el desembarco, comenzó la identificación de los asiáticos. Aunque Exteriores pretendía resolver el proceso en cuatro horas, lo cierto es que la pesadilla ha durado 45 días.
Los inmigrantes no tenían documentación y, además, suelen utilizar todo tipo de triquiñuelas para evitar que se conozca su país de origen. De hecho, el grupo de los 23 más recalcitrantes y que ha provocado más dificultades ha sido el que se ha llevado el gato al agua y ha logrado su objetivo de venir a España.
Los sin papeles, que permanecieron más de dos meses de agotadora travesía en el buque Marine I, fueron repartidos entre varios países. Un primer grupo de 35 subsaharianos fue enviado a Cabo Verde y, posteriormente, a Guinea Conakry, país de donde partió el barco.
Otros 35 asiáticos fueron trasladados a las islas Canarias porque eran susceptibles de pedir asilo político. Sin embargo, a nueve de ellos se les denegó el asilo y fueron repatriados a Sri Lanka. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear) criticó estas expulsiones, dada la situación crítica de conflicto que vive este país.
Los 161 indios fueron expulsados con cuentagotas a Nueva Delhi en pequeños grupos, mientras que Interior envió a 115 paquistaníes de golpe a su país en un Airbus 330.