Viernes, 30 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6312.
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 MADRID
La gloria de ser actor
Javier Villán

Quien no ha subido a un escenario para ser otro y vivir una vida distinta de la que le haya tocado en suerte o en desgracia, no sabe lo que es la gloria verdadera. Moverse en un escenario es algo parecido a una excitante sublimación mística o erótica. Ayer La Noche de los Teatros se cerró con un espectáculo insólito de Juan Carlos Pérez de la Fuente en la Real Fábrica de Tapices. Pérez de la Fuente tuvo la ocurrencia de sacar a escena a gentes de la política, la danza, el deporte, el periodismo y la literatura para que vivieran en vivo y en directo el éxtasis y el tormento de la interpretación; allí estaba un todoterreno del teatro como Pedro Manuel Víllora; y jueces habituales del hecho escénico como Ayanz, Rosana Torres, Julio Bravo y quien esto firma que, por unos momentos aún no del todo dilucidados y asumidos, llegó a creerse Pérez de Ayala o Max Aub. Nunca volveré a tener ese momento de gloria íntimamente inmarchitable. Allí estaba un poeta, Luis Alberto de Cuenca, políticos de distinto hierro como Santiago Fisas y Fernando Marín que jugaba con ventaja, pues es actor. La Noche de los Teatros había empezado en la RESAD con un pregón de José María Pou y concluía en la Real Fábrica de Tapices con Pérez de la Fuente tratando de meter en la piel de Max Estrella a Fernando Marín (IU) y al consejero de Cultura de la CAM, Santiago Fisas, (PP), en la del curda Don Latino. Esa bajada de Valle a los infiernos de las calles de Madrid la convirtió hace unos años Ignacio Amestoy en un peregrinaje de fiesta y júbilo. Algo parecido ocurrió ayer en las calles de Madrid: una asombrosa procesión peripatética. Horas de exultación y de exaltación del teatro; bienvenidas por sí mismas y por lo que tienen de invitación al disfrute y al conocimiento. Buenas son estas horas y estos días jubilosos y mejor serán estas celebraciones si, además, se convierten en un germen de afición por el arte de Talía. Tras la fiesta, la obligación; y administraciones políticas diversas, público en general y gente de la farándula en particular tienen mucho que hacer antes, en y después del día y de la noche de los teatros. Así lo acuerdan Pérez de Ayala y Max Aub que son los verdaderos artífices de este artículo aunque lo firme yo: un gozoso suplantador.

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