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La conciencia del peligro es ya la mitad de la seguridad y de la salvación (Ramón J. Sender) |
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El final de la noche |
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Pedro Víllora
Jugad, dicen unos. Jugad, repiten los otros. Jugad. Jugar. La noche es juego, el teatro es noche, los teatros juegan cuando se hace de noche, la noche de los teatros empieza como un juego cuando aún es de día y termina cuando los teatros ya han cerrado... porque es de noche. Juguemos al teatro más allá de la noche. Juguemos a vivir, vivamos jugando, soñando tal vez. La noche, el sueño, la vida, el teatro, el juego... El juego de palabras, que no es otra cosa sino palabras, palabras, palabras, y el resto es silencio.
El silencio es el del patio de butacas, roto si acaso por risas, aplausos y hasta algún bostezo inoportuno aunque no completamente injustificado. El silencio es también el de los técnicos allá, detrás del escenario, dirigiendo los focos, controlando el sonido, dando la entrada a los actores, ejecutando los cambios de escenografía, y siempre vestidos de negro para no ser vistos y en total silencio para no ser oídos. De negro y en silencio: los técnicos, la noche.
El silencio rodea al escenario pero no penetra en él. Donde está el intérprete está el sonido, la música, la palabra. Cuando habla el actor el público calla, calla el regidor, calla el acomodador, el escenógrafo, el figurinista... hasta el director calla cuando habla el actor. Pero cuando habla el actor es el autor quien habla. Dos artistas para una única palabra: la palabra del teatro que uno crea y recrea el otro. Recrea, recreo, el juego una vez más. El juego... de palabras.
En la noche de los teatros hemos oído actores que por una vez lo son y autores que lo serán por siempre. Juguemos por un momento a pensar que todos somos actores, que sabemos jugar con palabras ajenas cuando no se nos ocurren las propias. Juguemos también, por qué no, a pensar que las palabras que hemos oído son todas las palabras, que las obras aludidas son todas las obras, que los autores que aquí han sido convocados son todos los autores. Juguemos a creer que esta sala es un teatro y que este teatro son todos los teatros. Juguemos a que nadie se ha quedado fuera de este juego del teatro en el que todos ganan y ninguno pierde porque el teatro, en el fondo, es sólo un juego.
Juguemos a que la noche de los teatros termina, a que los actores que no son actores vuelven a su lugar entre el público y a que los espectadores que suelen actuar se preparan para volver a sus escenarios. Juguemos a que todo regresa a la normalidad. Juguemos a decirnos adiós, a despedirnos con un beso y un abrazo. Juguemos a que somos felices si jugamos al teatro. Juguemos a vivir. Juguemos a soñar. Juguemos a ser otro. Juguemos.
Texto leído al final del espectáculo de clausura de La Noche de los Teatros.
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