El Senado norteamericano desafió ayer al presidente George Bush y aprobó (por 51 votos a 47) la ley del presupuesto de guerra que incluye la retirada de Irak en la primavera de 2008. Mientras la mayoría demócrata reclamaba «un cambio definitivo de rumbo» en la guerra, Bush llamó a capilla a sus correligionarios republicanos y reiteró que vetará cualquier intento de fijar un calendario para el repliegue militar.
«Cuando nuestras tropas están en lugares donde se juegan la vida, han de contar con los fondos suficientes», advirtió Bush. «Tenemos a los comandantes tomando decisiones duras sobre el terreno y no podemos imponerles condiciones».
La ley aprobada ayer por el Senado tendrá que fundirse con el texto aprobado recientemente por la Cámara de Representantes en el que se fijaba la retirada militar en agosto de 2008. El proyecto unificado llegará previsiblemente a la Casa Blanca a mediados de abril.
Si Bush decide ejercer el veto, harían falta dos tercios de los votos en ambas para poner el texto adelante. El veto presidencial y la intransigencia de los demócratas podrían crear una inusitada situación de «falta de fondos» para sufragar las guerras de Irak y Afganistán.
Hasta la fecha, el coste estimado de las dos contiendas supera los 350.000 millones de dólares (unos 296.000 millones de euros). El nuevo presupuesto de guerra aprobado ayer por el Senado de EEUU es de 121.700 millones de dólares (unos 100.000 millones de euros), pero está condicionado a la aplicación de la cláusula que prevé el inicio de la retirada de Irak a los 120 días de su aprobación.
Según el calendario acordado por el Senado, el repliegue de las tropas de combate debería completarse el 31 de marzo de 2008: en esa fecha sólo deberían quedar en Irak las unidades antiterroristas y las especializadas en el adiestramiento del Ejército iraquí.
«Hemos hablado con la voz con la que los americanos quieren que hablemos», declaró el portavoz de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid. «Debe haber un cambio en la Guerra de Irak, en la guerra civil de Irak», añadió.
«El Senado y la Cámara han hecho lo que tenían que hacer», añadió Reid. «Ahora es el presidente el que hará lo que quiera hacer».
En una carta dirigida personalmente a George Bush, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, justificó así la determinación de la mayoría demócrata: «Este Congreso está tomando un curso responsable y está respondiendo a las necesidades ignoradas por su Administración y por el Congreso anterior».
Bush replicó poco después ante los micrófonos, flanqueado por congresistas y senadores republicanos y desafiando directamente a los legisladores demócratas: «Esperemos que el Congreso sepa cómo gastar el dinero de la gente».
La portavoz presidencial Dana Perino criticó también a los demócratas y pidió que respetaran la autoridad del presidente. «Pienso que los padres fundadores de esta nación tuvieron una gran visión de futuro a la hora de prever que habría un solo comandante en jefe dirigiendo una guerra, en vez de 535 generales en el Capitolio», dijo Perino, que criticó la estrategia de los demócratas como un «fracaso».
La ley aprobada ayer se interpretó como el mayor desafío a la nueva estrategia para Irak de Bush. Hasta la fecha, la mayoría demócrata había fracasado en el intento de fijar una calendario de retirada en las dos cámaras.
Si Bush ejerce finalmente el veto, la situación creada será muy similar a la que ocurrió durante la tramitación del presupuesto de 1996, vetado por el presidente Bill Clinton. Aquella batalla se saldó con el cierre temporal de todas las oficinas federales.
George Bush advierte de que si no se aprueba urgentemente el presupuesto de guerra -sin recortes ni calendarios- las tropas norteamericanas en Irak se pueden quedar sin fondos a mediados de abril. Los demócratas niegan que la situación sea tan perentoria y aseguran que, sin necesidad de un nuevo presupuesto, aún hay dinero para asegurar el mantenimiento de las tropas hasta el mes de junio.