M. R.
Mientras checos y polacos lanzan charlas bilaterales para instalar el escudo antimisiles de EEUU en su territorio, el resto de europeos quiere opinar. Javier Solana, jefe de Política Exterior de la UE, pidió ayer que la discusión se traslade a Bruselas.
En una comparecencia ante la Eurocámara, Solana defendió que la Unión «puede y debe debatir este tema», que afecta a la seguridad del continente y a las relaciones con Rusia, convencida de que el plan de la Administración estadounidense es una amenaza contra su país. «Según los Tratados, la soberanía pertenece a los Estados miembros. Pero esa soberanía debe ser compatible con el interés general de la Unión en materia de seguridad», dijo. «La UE no es una alianza defensiva, pero tiene una política exterior común y sería un error no debatir este problema en su seno», declaró Solana.
El medio centenar de parlamentarios en el hemiciclo reflejaba la división europea. El alemán Martin Schulz, líder socialista, aseguró que el escudo «no resolverá nada y nos meterá en una carrera armamentística». «El escudo antimisiles no es un peligro. El peligro es que muchos Estados miembros están adoptando la visión rusa», replicó el ultraconservador polaco Konrad Szymanski.
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