Viernes, 30 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6312.
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El presidente iraquí se alinea con Riad y critica la «ocupación»
Israel rechaza la oferta de paz árabe y la ANP dice que habrá más «violencia»
JAVIER ESPINOSA. Enviado especial

RIAD.- La cotización política norteamericana en Oriente Próximo parece haber alcanzado niveles tan precarios que hasta sus mejores aliados han decidido ya distanciarse de Washington y ayer el presidente iraquí, Yalal Talabani, lanzó una demoledora crítica desde Riad contra la «ocupación» de su país. Talabani dijo que de la «liberación» se ha pasado a la «ocupación con consecuencias graves» y descalificó «las numerosas decisiones apresuradas que tomó la ocupación, sin tener en cuenta el punto de vista de los iraquíes y las consecuencias que tendrían sobre el país».

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Las manifestaciones del mandatario iraquí se sumaron a las recriminaciones que se escucharon en la jornada de clausura de la cumbre de la Liga Arabe contra las presiones de EEUU para que se modificara el plan de paz delineado en Beirut en 2002 y las repetidas visitas de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, a la región sin resultado alguno.

«La gente está enfadada por cómo se ha llevado el proceso de paz. Hay gente que va y viene por la región sin resultado. Es un círculo vicioso que no lleva a nada. El mundo árabe no acepta esos engaños», precisó Amro Musa, secretario general de la institución árabe.

Como explicó Musa, los árabes han cerrado filas en torno al plan de Beirut, precisamente por la actitud de Washington y su apoyo decidido a Tel Aviv. «Israel lanzó una iniciativa sobre la normalización [con los países árabes], porque eso es lo único que le interesa del plan. Pero le dijimos, lo siento. La normalización no es gratis. Hubo también otros intentos internacionales para que modificáramos la iniciativa y también les respondimos: lo siento, no», apuntó el egipcio.

El comunicado oficial de Israel respecto al ofrecimiento árabe incide en que su país está interesado en «promover un proceso de normalización» con los estados árabes, pero ignora por completo las demandas del proyecto, que le exige retirarse de los territorios ocupados desde 1967. El viceprimer ministro israelí, Simón Peres, se negó a aceptar la iniciativa árabe al considerarla un «dictado».

Mustafá Hamarneh, director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania, aclaró que el nuevo tono de las declaraciones de los líderes locales esconde un claro mensaje.

«Están diciendo a EEUU que tiene que escuchar a sus aliados y no imponer sus decisiones y siempre tomar el lado israelí», manifestó a The New York Times.

«La respuesta israelí a la iniciativa ha sido muy negativa», reconoció el ministro de Asuntos Extranjeros de Egipto, Ahmad Abul Gheit, aunque su homólogo saudí, el príncipe Saud Faisal, ni siquiera se mostró «sorprendido».

«Siempre tienen la misma actitud. Cada vez que los árabes hacen una oferta honesta para la paz la rechazan», añadió el príncipe.

Hasta un personaje tan modoso y apocado como Abú Mazen, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), afirmó que si esta propuesta árabe no prospera «toda la región se encontrará bajo amenazas renovadas de guerra, explosiones, y confrontaciones regionales e internacionales».

«Al ignorar las ofertas de paz, Israel no pone sólo en peligro a la región, sino a sí mismo», le secundó Saud Faisal.

En el propio Estado judío se comienzan a escuchar algunas voces -las menos- que critican la postura de su Gobierno. El diario Haaretz indicaba en su editorial del miércoles que «un Gobierno realista habría corrido a abrazar este deseo de reconocimiento y reconciliación, expresando sus reservas sobre lo que no acepta y buscando el diálogo a nivel regional». El matutino israelí también consideraba que la parálisis política actual «terminará en baño de sangre».

Inmerso en una agonía política interminable, el Ejecutivo que dirige Ehud Olmert ni siquiera mantiene una posición unánime respecto a la proposición saudí y su ministro de Defensa, Amir Peretz, se pronunció a favor de que tal plan «se considere». «Al negociar con nuestros vecinos no hacemos un favor a nadie. Es interés nuestro, para garantizar nuestro futuro. La clave de cualquier acuerdo de paz serán las fronteras del 67», manifestó.

Los expertos israelíes recuerdan que la guerra del Yom Kippur de 1973 se desencadenó después de que Anwar el Sadat ofreciera en 1971 un tratado de paz con Tel Aviv -un gesto inaudito en la época- si las fuerzas del Estado judío se retiraban del Sinaí.

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