En los 20 años desde que pidió su entrada en la UE, Turquía se ha acostumbrado a dar pequeños pasos en el último momento, justo cuando la negociación parece abocada a la ruptura. Tras casi un año de malas noticias para los turcos, los Veintisiete abrieron ayer un nuevo apartado en sus charlas de adhesión.
En diciembre, los líderes europeos congelaron ocho de los 35 capítulos (áreas políticas para armonizar las leyes nacionales con las de la UE) que Turquía debe aprobar para unirse al club europeo. La suspensión ha sido un castigo por el rechazo de Ankara a facilitar el comercio con Chipre, cuyo Gobierno central grecochipriota (el único que pertenece a la UE) Turquía no reconoce por su respaldo al Norte de la dividida isla.
Pese a la resistencia de Chipre, la UE inauguró ayer el capítulo dedicado a empresas y política industrial, el segundo tras el comienzo oficial de la negociación en octubre de 2005. Pero a este ritmo, y con áreas mucho más laboriosas por tratar -por ejemplo, sobre servicios financieros-, Turquía tardará décadas en completar un proceso de final dudoso.
Debido a las continuas críticas de franceses o austriacos, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, pidió la semana pasada a los europeos que hablen más claramente sobre sus intenciones. «Si la UE tiene pensamientos negativos acerca de Turquía, debe tomar su decisión para que nosotros podamos continuar por nuestro propio camino. No gastemos más dinero o energía», dijo Erdogan, disgustado, además, por no haber sido invitado a la celebración del cincuentenario de la UE el domingo en Berlín. Después de todo, los turcos estuvieron entre los primeros que creyeron en la Comunidad Europea, con la que ya en 1959 quisieron firmar un Acuerdo de Asociación.
Alemania, presidente de turno de la UE y cuyo Gobierno de coalición está dividido sobre la candidatura turca, prometió abrir tres capítulos en su semestre. El tiempo corre, pero el ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, repite que el plan sigue siendo tratar «varios» apartados en su turno. El comienzo de los próximos, entre mayo y junio, se complicará aún más si el nuevo presidente de la República francesa es el conservador Nicolas Sarkozy, contrario al avance de Turquía hacia la Unión.
En cualquier caso, los turcos ponen buena cara a «un importante paso hacia delante», como comentó el negociador con la UE, Ali Babacan. «Es esencial mostrarles a los ciudadanos turcos que el proceso de adhesión se mueve», dijo el interlocutor tras su reunión en Bruselas.
Los partidarios de la entrada de Turquía insisten en que las charlas de adhesión impulsarán las reformas para que la economía crezca y el sistema político se democratice. «El interés estratégico de la UE es tener dentro a un país musulmán laico, con recursos energéticos, y que mire hacia Occidente en lugar de irse con Irán u otros vecinos árabes», explica un diplomático español. El Gobierno de Madrid se ha convertido en uno de los grandes aliados de Reino Unido para favorecer el ingreso turco.
Pese al distanciamiento del último año, Babacan aseguró que su país podrá cumplir con los 35 apartados comunitarios para 2013 y se comprometió a reformas más agresivas, incluso aunque su eterna conversación con la UE se ralentice. «Que tengamos un problema con Chipre no significa que vayamos a seguir permitiendo que nuestros niños beban leche con bacterias», comentó.