LONDRES. - La reina de Inglaterra se ha suicidado. Sus planes para reconquistar Estados Unidos y subyugar a la superpotencia fracasan y ella no lo puede resistir. Puestas en evidencia sus malas artes y peores intenciones, Isabel II saca una pistola de su bolso de mano -de su indispensable y proverbial bolso de mano-, se mete el cañón en la boca y dispara. La sangre salpica la pared, ella cae fulminada delante del trono, en Buckingham Palace, mientras la sangre -en tonos azules, por supuesto- brota de su cabeza.
Los creadores de South Park lo han vuelto a hacer. Otra vez han dibujado a un personaje influyente, de alto nivel, y lo han puesto en una situación extrema. Ya hicieron sus pinitos con Sadam Husein, con Osama bin Laden, y, esta misma semana, en el mismo episodio que corre sangre real, han puesto en aprietos a Hillary Clinton.
Pero el suicidio de la reina ha dejado boquiabierto a medio mundo. De acuerdo que los cuatro protagonistas principales -Eric Cartman, Kenny McCormick, Kyle Broflovski y Stam Marsh- son lo peor de lo peor, que cuando llega un nuevo compañero de clase y descubren que es musulmán, lo rechazan y lo señalan como terrorista, que su boca escupe insultos y tacos a cada paso, pero que los creadores de semejantes mocosos ¡hayan matado a Su Majestad! es lo más.
La historia es más o menos como sigue: Isabel II alimenta un complot contra Estados Unidos. Manda a su destartalada flota a combatir a Bush. La frenan, lógico. Estados Unidos tiene un inmenso poder y ella sale derrotada de la contienda. Le avisan por teléfono del fiasco. Ella se limita a decir algo así como «vale, sí» y... se suicida. Todo ello enmarcado en una parodia de una serie que se emite en EEUU con el título de 24 y que cuenta las aventuras y desventuras de la Unidad Antiterrorista de Los Angeles y que trata de resolver las constantes amenazas que se ciernen sobre el país.
La prensa británica, por ahora, no sabe, no contesta. El que más ha contado la historia con un irónico «Su Majestad no se divertirá con South Park». Este capítulo, emitido el pasado miércoles en EEUU, no llegará hasta final de año al Reino Unido. Porque llegará, no lo duden. Los creadores de South Park no están por la labor de retirar las imágenes ni de pedir excusas. Bueno, tampoco nadie les ha pedido que lo hagan. Por el momento.
«South Park nunca se ha puesto trabas a la hora de satirizar a alguien en nombre del humor, de la comedia. Nadie está fuera de esos límites. Ni siquiera la reina», ha explicado un portavoz de la compañía que produce la serie.
Estos dibujos han llegado a undécima temporada y siguen barriendo en las cadenas de televisión de todo el mundo. Sus creadores, Matt Stone y Trey Parker, se conocieron en la Universidad de Colorado y desde que pusieron en marcha las aventuras de los cuatro amiguitos de la barriada de South Park, en Colorado, no han dejado de provocar a los espectadores.
En el capítulo que se pudo ver el miércoles en EEUU a través de la Paramount, uno de sus personajes, Kenny, se queda atónito y exclama: «¡Dios mío, han matado a la reina!», en referencia directa a los loquísimos Stone y Parker.
En ese episodio también se produce un hecho insólito con la aspirante demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton, que en plena campaña realiza un recorrido por South Park. De golpe, la llegada de ese niño musulmán al colegio de los cuatro angelitos. «Decid hola a Bahir Hassan Adul Hakin...», anuncia el profesor a la clase. El nuevo alumno se sienta al lado de Cartman y éste se levanta y se va. «No todos los musulmanes son terroristas», le dice el profesor. Bien, en el episodio se adivina un complot terrorista contra la señora Clinton. Pero es que todo se mezcla. Mercenarios rusos al servicio de los británicos tratan de colocar cerca de ella un artilugio nuclear. En fin, toda una aventura de dibujos animados que acaba con el suicidio de una reina.