ENCARNA JIMÉNEZ
Hay público que adorna, otro que anima, alguno que pregunta y otro que puede hundir. Los decorados de los programas de televisión incluyen a menudo grupos de personas que tienen la finalidad de ser una manera de representar a la audiencia. No hace falta decir que su eficacia está probada, hasta el punto de que, desde hace tiempo, en cualquier mitin electoral, siempre se coloca un grupo de gente debidamente seleccionado para hacer de telón (humano) de fondo a las palabras del político de turno.
En la mayoría de los magazines, numerosos invitados llegados de distintos rincones del país son situados en el plató con la obligación de aplaudir las intervenciones, bailar con los politonos o hacer gestos para que los vean en su pueblo. Los hay fanáticos de ocupar sillas en directo y asociaciones de todo tipo que incluyen Dolce vita o El diario de Patricia en su plan de viaje vacacional.
Sobre el fantástico resultado del concurso de las 100 preguntas al Presidente del Gobierno en TVE ya se ha hablado bastante, pero han tomado nota de lo que divierte a la gente ver y examinar, con o sin truco, a José Luis Rodríguez Zapatero. Lo que desconocemos es el grado de interés que corresponde a la observación de los entrevistadores. En todo, el entrevistado, por mal que lo haga, tiene un plus de presencia que, de por sí, ya es rentable.
Sin embargo, esta semana hemos tenido un ejemplo de cómo el público puede ser un inconveniente para crear ambiente y consigue, en vez de acercar, separar al ídolo de sus seguidores. Me estoy refiriendo al programa de Andreu Buenafuente en Antena 3, que ha estado de bolos en Valencia haciendo el magazine en directo desde el Palacio de Congresos de esta ciudad. La Comunidad Valenciana es la región en la que Andreu tiene más fans. Esta querencia viene de lejos, desde que era el rey de la noche en la TV3 catalana. Sin embargo, el resultado de la realización descomponía el efecto de intimidad que se intenta crear en las entrevistas de un late night.
Es cierto que a las estrellas de la comunicación les recomiendan los publicistas y gerentes que se den vueltas por los distintos escenarios españoles para crear adeptos, vender libros, acercarse al cliente, etc..., pero no sé si el Buenafuente Tour ha sido un éxito, y no porque a él no le guste la gente de esa tierra, por lo menos Carolina Ferré, ni porque no tenga adeptos como para llenar el auditorio, sino porque era muy difícil compaginar el ambiente del directo con el habitual espíritu del programa.
Retransmitir teatro sólo ha tenido éxito con Lina Morgan, y tampoco es el caso. Esta semana Andreu Buenafuente habrá tenido el calor de los valencianos, pero fuera de allí el resultado quedaba gélido y desangelado, y no está tampoco como para perder clientela y que se lo coma la marabunta de las Hormigas blancas.
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