Es el edificio más grande de España. Dos veces el Monasterio de El Escorial. 270.000 metros cuadrados construidos por el arquitecto madrileño Luis Moya en 1946 a instancia de Franco. Eligió para él terrenos de Cabueñes, a tres kilómetros de Gijón y ayer, medio siglo después de su inauguración, que no presidió el caudillo, la ministra de Cultura, Carmen Calvo, volvía a reinaugurar la emblemática construcción hecha ahora referente del arte más reciente.
Un edificio lleno de historia que pasó de ser orfanato para los hijos de los mineros fallecidos a Universidad Laboral, de ser controlado por los jesuitas y las monjas clarisas a depender de un Gobierno regional. Un histórico complejo arquitectónico que comienza una nueva etapa, aunque para ello haya tenido que tapar las huellas de su historia. Hace días los rosetones franquistas con el yugo y las flechas fueron cubiertos, no retirados, por otros con los escudos de Asturias. Aun así quedan varios símbolos del antiguo régimen, como los capiteles de las columnas o el águila que se eleva sobre la fachada del teatro. Un lavado de imagen que, como siempre en estos casos, ha generado polémica. El equipo de dirección de la obra cree que se han producido numerosos cambios en el proyecto. Aseguran que de éste, tan sólo queda un 15%.
Una infraestructura cuyo coste se ha elevado a 12 millones de euros. Ayer abrió sus puertas con tres exposiciones. La primera se titula Feedback, que explora dos subtemas vinculados al arte «reactivo» (uno que indaga en el concepto de feedback desde la creación artística basada en instrucciones al arte que plantean los sistemas abiertos y otra que explora el concepto de la luz y la imagen en movimiento). Artistas como Manfred Mohr, Vera Molnar, Sol Lewitt, Tinguely o Mary Flanagan están en ella.
Gameworld es otra de las muestras, en la que se explora el mundo de los videojuegos como forma de arte, además de como medio de entretenimiento y fuerza cultural. La exposición trata de estimular el conocimiento sobre los diversos tipos de videojuegos, lo que la población sabe de ellos, de su papel dentro de la sociedad y su rol para explorar el entorno o su influencia en otros soportes como la televisión o el cine. En definitiva, la historia del arte basada en la interactividad.
Promover la reflexión sobre el arte es otro de los proyectos de la Laboral que se presenta bajo el título Lab Ciberespacios. Se han seleccionado para él 10 obras que ayudan a entender el ciberespacio como lugar universal de encuentro. La oferta de la Laboral va a salir además del marco del edificio. La primera fase de Extensiones-Anclajes pretende crear circuitos «inesperados» de artistas asturianos en toda la geografía regional.
Laboral Centro de Arte y Creación Industrial será un espacio expositivo dedicado también a las nuevas formas de creación industrial, a la tecnología, a la ciencia e incluso a la investigación y la formación. Dependerá de una Fundación Cultural sin ánimo de lucro integrada por empresas e instituciones. Su directora, Rosina Gómez-Baeza, explica estos días que el proyecto «será un revulsivo para Asturias. Le dará proyección nacional e internacional».
Laboral no será, según sus palabras, un centro de arte al uso, sino más bien «un laboratorio, una fábrica o un lugar de experimentación». Algo similar, salvando las distancias, al Pompidou de París o el MoMA de Nueva York. Gómez-Baeza cree, además, que España necesitaba un espacio como éste, en el que se aúne «la parte expositiva con la investigación y la producción de recursos para los artistas en un diálogo entre creadores y empresas cuyo objetivo es abrir puertas a la innovación».
De cara al futuro, el centro pretende mostrar cada tres meses exposiciones con lo último del arte más actual. Y éstas se complementarán con conferencias y debates. Habrá también cuatro muestras sobre artes visuales; y otras cuatro sobre creación industrial. Algunas de ellas serán producidas directamente por la Fundación.
«Espacio para la libertad»
La ministra de Cultura, Carmen Calvo, calificó ayer de «parto para la cultura asturiana» la inauguración del Centro de Arte y Creación Industrial que presidió en Gijón. Un complejo con el que aseguró que el Principado se incorpora al elenco de regiones que cuentan con importantes centros dedicados al arte. Calvo hizo un repaso a la historia del edificio, que comenzó siendo orfanato para los hijos de muertos de la minería con el objetivo de «solventar el dolor de la sociedad de entonces», y acabó siendo Universidad Laboral donde se preparaba la juventud de entonces para poder competir y buscar, a pesar de la dictadura, «la luz al final del túnel».
«Ahora es un espacio para la libertad». Una historia que, según la ministra, «es la Historia de España y de la transformación que ha sufrido el país». Con este centro se busca que «cualquier atrevimiento o artefacto que puede ser la expresión de la creatividad tenga cabida» porque, dijo Calvo, «así es el siglo XXI», una apuesta por esa creación que es, en suma, la libertad de cada uno de los individuos».
Asimismo, reconoció en su intervención que agradecía la invitación porque lo único que había aportado Cultura a esta obra había sido, ayer, su presencia y nada más: «Ni un sólo euro». Antes de finalizar mostró su deseo de que este espacio sea el punto de partida de una auténtica revolución, como la que en su día encabezó la región. El centro abrirá sus puertas al público hoy. Será entonces cuando se podrán contrastar opiniones.
