Gemma Mengual (Barcelona, 1977) es una máquina perfecta para la natación sincronizada. Y ella lo sabe. Por eso, su humildad no le impide ver como algo natural tener acumuladas, una encima de la otra en una oscura mesa de caoba, seis grandes medallas que la han convertido en la deportista española que más metales ha ganado en un Mundial.
Pregunta.- ¿Qué más debe hacer para que los jueces le den el oro?
Respuesta.- A lo mejor tendría que volver a empezar. Llevo muchos años en este deporte y siempre he competido en todas las disciplinas. He querido aspirar a todo y no me he especializado nada.
P.- ¿Es el último objetivo que le queda en su carrera?
R.- Mi objetivo es nadar bien, que guste y que el mundo de la sincronizada me lo reconozca. Muchas veces voy por la piscina en distintas competiciones y me dicen 'tía, pues para mí tú eras el oro'. Y eso a mí ya me llena.
P.- Quizá es una cuestión de los jueces, que puntúan llenos de prejuicios y jerarquías.
R.- Sí, y les cuesta mucho hacer un cambio bestia. Ellos puntúan y tampoco pueden arriesgarse más dentro de lo establecido.
P.- ¿Entonces a la sincronizada española lo único que le falta es tradición, como sí tiene Rusia?
R.- Es que en Rusia comparas el número de licencias y no hay color. Y miras cómo se toman el deporte, que es una de las pocas formas que tienen de salir de allí y de ganar dinero, y ves que se pasan 20 horas en la piscina... Es muy diferente.
P.- ¿Considera que con tantas diferencias y lo poco desarrollada que está la sincronizada en España, es un milagro lo que están consiguiendo?
R.- Es un milagro, por supuesto. En otros países alucinan. ¿Cómo puede ser que en España, con 400 licencias, haya este nivel? Pero también hay una base. Somos cinco nadadoras que llevamos 10 años en el equipo nacional y hemos trabajado mucho. También el talento ha facilitado que obráramos este milagro.
P.- ¿Las ayudas que reciben, en dinero y medios, es digna de lo que están logrando?
R.- Teniendo en cuenta que este deporte es minoritario, las becas ADO están bien, y mientras logremos éxitos seguirán estándolo. Es un deporte minoritario, no podemos pedir cobrar como un tenista o como un futbolista.
P.- La Federación Española de Natación se porta bien?
R.- Bueno... digamos que sí. Hacen lo que pueden. La Federación, aparte de la sincronizada, también se encarga del resto de la natación. No tiene el poder que la de fútbol, siguiendo el ejemplo.
P.- Pero ustedes son la punta de lanza de esa federación.
R.- Ya, ahora estamos más mimadas porque hay resultados.
P.- ¿Qué le pediría?
R.- No lo sé, no me quiero mojar demasiado. Ahora estamos bien y la que se pelea es mi entrenadora. Yo no me entero mucho, y tampoco sé si ella me dejaría decir nada. Así que por si acaso... [risas]. En este deporte, si no hay resultados cuesta mucho conseguir apoyo. Desde 2000 empezamos a lograr medallas en Europeos y todo ha ido a mejor. Si hay resultados, hay más ayudas. Y así sucesivamente. Es como una cadena.
P.- Ustedes fraguan todas sus coreografías y ejercicios en el CAR de Sant Cugat, en una piscina descubierta sea verano o invierno. ¿No le parece una situación precaria para la élite mundial de la natación sincronizada?
R.- La piscina es climatizada, aunque algunos días hace un frío que te mueres. Sí, choca un poco, pero se está intentando mejorar y muchas cosas son mejorables, pero no podemos quejarnos.
P.- Usted es quizá la única persona que puede luchar para el reconocimiento de la sincronizada en un futuro. ¿Luchará?
R.- Claro, pero por mucho que yo haga cuando me retire, si las que vienen detrás no consiguen resultados, no servirá para nada. Habiendo fútbol, ¿quién se va a acordar de la sincro?