Sábado, 31 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6313.
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 DEPORTES
NATACION / Mundial de Melbourne
El hombre pez
PHELPS, QUE AYER SUMO SU QUINTO ORO, TIENE UNAS PIERNAS CORTAS PARA SU TALLA QUE AUMENTAN SU FLOTABILIDAD Y LA FLEXIBILIDAD DE SUS PIES
IGNACIO ROMO

«Hijo mío, en la vida lo importante no es nadar. Ganar sí, ganar lo es todo». Éstas eran las palabras que escuchaba desde niño Mark Spitz. No le vinieron mal para su inolvidable gesta en Múnich, en 1972. Siete oros: algo que nadie había conseguido jamás en unos Juegos Olímpicos.

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A estas alturas del Mundial de Melbourne no es necesario recordar que el heredero natural de Spitz se llama Michael Phelps. Se trata de un muchacho tímido, con antecedentes de hiperactividad, de 21 años, 80 kilos de peso y 1,87 de estatura. En los Juegos de Atenas quiso dar la campanada. Intentó eclipsar a Spitz y se quedó cerca: seis oros y dos platas. Su talento físico cautivó a los espectadores. Había nadado 16 pruebas en siete días. Nadie duda de que está capacitado para apresar los ocho oros olímpicos que necesita para superar a Spitz. La cita, en Pekín el próximo año, avalada por sus cinco oros en el presente Mundial: 4x100 estilos, 4x200 libre (logrado ayer), 200 metros libre, 200 metros estilos, 200 mariposa, con récord mundial en las cuatro últimas pruebas.

Anatomía.

Los expertos en Medicina Deportiva no han dejado de estudiar las singulares características anatómicas -su arquitectura corporal- y fisiológicas -el funcionamiento de su organismo a pleno rendimiento- de Phelps desde su explosión en los Mundiales de 2003; se convirtió en el primer nadador que lograba batir dos récords mundiales en un día -en menos de hora y media-. En total, lograría cinco récords mundiales en esa competición: la expresión de un talento natural, un atleta precoz increíblemente versátil.

Su gran peculiaridad anatómica estriba en que posee un tronco extraordinariamente alargado -ofrece siempre una falsa sensación de llevar el bañador caído- y unas piernas, en proporción, muy cortas. Su envergadura -medida con los brazos estirados desde las puntas de los dedos de una mano hasta las puntas de la otra- es ocho centímetros superior a su talla, cuando generalmente ambas mediciones son iguales. Pero su mayor atributo son sus extremidades: sus manos y sus pies son enormes, mucho mayores de lo que le correspondería por talla. Estas aletas naturales (calza un 47), junto a la flotabilidad de su torso, le sitúan por encima de todos.

Los que conocen bien a Phelps afirman que es un organismo «diseñado para nadar», un hombre pez. Es hiperflexible -sus pies se flexionan hacia abajo 15 grados por encima del promedio, hasta situarse en la recta que marca la tibia- y muscularmente potente, aunque casi no levanta pesas. Pero lo que lo convierte en un auténtico animal acuático es su curiosa torpeza en seco. En sus primeros años de nadador hacía footing para añadir entrenamiento aeróbico. Lo dejó. Sufría tropezones y caídas constantes. Su medio natural es el agua. Desde el punto de vista de la Fisiología del Deporte, la natación presenta un requerimiento adicional al de correr o caminar. Se emplea una parte importante de la energía para mantenerse a flote, dedicando el resto del esfuerzo a avanzar horizontalmente.

El secreto de la flotabilidad (la habilidad de los nadadores para desplazarse altos en el agua) de Phelps parece estar en que sus piernas son cortas en relación a su talla. Por lo general, las piernas de los nadadores poseen porcentajes muy reducidos de tejido graso, compuestas en su mayoría de masa magra. Los tejidos que componen la masa magra son el muscular, el conjuntivo (tendones) y el que compone los huesos. Los tres son más densos que el tejido adiposo (grasa) y, por ello, las piernas tienden siempre a hundirse. Cuando las piernas se hunden, sube la resistencia que el cuerpo ofrece al agua y se reduce lo que se conoce con el nombre de economía del nado, es decir, cuesta más avanzar en la piscina.

Phelps posee unas piernas de menor masa en conjunto y como consecuencia, su flotabilidad mejora. Consigue mantener la horizontalidad con menos esfuerzo. Existe además en él un asombroso dominio de la técnica ondulatoria que llevan a cabo los nadadores bajo el agua en los virajes. Su excelencia de mariposista le permite llevar a cabo impecables batidas de piernas al tiempo que mantiene los brazos hacia delante, juntando las manos en la posición más hidrodinámica.

La gran cualidad de Phelps es su versatilidad. Al contrario que Spitz (que fallaba en braza y espalda), el de Baltimore es todo un especialista en las pruebas de estilos, es decir, las que combinan las cuatro modalidades. Pero además de poseer los records del mundo de los 200 y 400 estilos, ha demostrado su increíble versatilidad al lograr en Melbourne dos espectaculares récords en los 200 libre y en los 200 mariposa.

Recuperar.

Otra de las grandes virtudes de Phelps reside en su asombrosa capacidad de recuperación. Sin ella no podría nadar una veintena de pruebas en siete días. En una ocasión, nada más terminar uno de sus terribles duelos con Ian Crocker en los 100 mariposa, los fisiólogos de la Federación Estadounidense le extrajeron una gota de sangre mediante un pequeño pinchazo en la oreja. Se trata de una práctica habitual para medir los niveles de ácido láctico en sangre, un medidor de la fatiga muscular. Los médicos no salían de su asombro. Segundos después de tocar la pared tras una prueba de mariposa efectuada al 100%, en la sangre de Phelps sólo había 5 milimoles por litro de sangre. Estaban acostumbrados a ver niveles de entre 12 y 15 milimoles.

Tras los tests de Atenas 2004 y esta semana en Melbourne, Phelps se enfrentará al momento cumbre en Pekín. Su reto supera el de Spitz. Se lanzará 18 veces a la piscina entre eliminatorias, semifinales y finales. En 1972, Spitz sólo lo hizo 13 veces.

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