L. SAEZ-BRAVO
El desconsuelo era brutal en los integrantes de la selección española de waterpolo. Tuvieron la final tan cerca, que parecía increíble que la hubieran dejado escapar. Pero la prórroga fue demasiado para los de Rafael Aguilar. Hungría, el favorito, se disputará el oro con Croacia, y España tendrá que buscar la medalla de bronce (mañana, 15.00 h.) y de paso un hueco directo para los Juegos Olímpicos, ante la temible Serbia en la final de consolación.
La disputa del oro estuvo en la palma de la mano de Iván Pérez. El veterano jugador, uno de los pocos que quedan del combinado campeón del mundo en 2001, se encontró en un lugar privilegiado para pasar a la historia. Sólo ante la portería magiar, saltó descompensado y no pudo atrapar bien el pase de Kiko Perrone y anotar el gol que hubiera colado a los españoles en la finalísima. «El pase fue un poco alto, también ha sido a la mano contraria mía. La he dominado un poco, pero con el cansancio, no es lo mismo», afirmó el hispano-cubano. El marcador señalaba 10-10, restaban poco más de seis segundos, y así se quedó tras el fallo de Pérez. Ya en la prórroga, un mal inicio condenó a los de Rafael Aguilar, que se quedaron con la sensación de que lo tuvieron muy cerca.
El partido fue intensísimo. A pesar de que Hungría tuvo las primeras ventajas, los españoles no se dejaron amedrentar por la condición de favoritos de su rival, que ya les derrotó (16-10) en las semifinales del pasado Europeo. El segundo cuarto demostró que los de Aguilar no se sentían inferiores. Remontaron un 2-4 y se fueron al descanso 6-5, con un golazo de Guillermo Molina, uno de los más inspirados ayer. Había buenas sensaciones, todo lo contrario que en los húngaros, que en los últimos minutos de ese segundo cuarto optaron por el relevo en la portería.
La segunda mitad también comenzó con esperanza. El gol inicial de David Martín, aprovechando un contragolpe, puso con ventaja de dos a los españoles por primera vez. Sin embargo, con todo a favor, llegaron los peores momentos. Un 0-4 de parcial que les devolvió, de golpe, a la realidad, con el último tanto al borde mismo del final del tercer acto.
Pero de nuevo salió la casta de los españoles, que hicieron «un esfuerzo brutal», según el seleccionador. Con el choque cuesta arriba, volvieron a casi devolver el parcial a los húngaros. Un 3-0 sólo contestado por un tanto de Biros en superioridad que forzó la igualada. En la última jugada, el infortunio se cebó en Iván Pérez, que no tuvo su tarde.
El mismo inicio de la prórroga no auguraba nada bueno. El sprint inicial fue para los magiares, el único que se llevaron en todo el partido. Además, Biros volvió a marcar, demasiado rápido, para dejar claras sus intenciones. No se notó en este tramo la ausencia de dos de sus pilares: Madaras y Fodor habían agotado ya su cupo de expulsiones.
Molnar enterró un poco más las esperanzas hispanas, que renacieron con el tanto de Iván Pérez. Con 11-12 se llegó al descanso del tiempo extra y yo no se movió el marcador. España desaprovechó demasiadas ocasiones y frustró toda su ilusión de jugar la final, a pesar de haber tenido contra las cuerdas al gran equipo húngaro.
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