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| Lo mejor para ser engañado es considerarse más listo que los demás (La Rochefoucauld) |
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| Speaker's corner |
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| El aliento de la ingenuidad |
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LEOPOLDO ALAS
El grupo de Expansión de la Agrupación Territorial madrileña del Partido de los Ciudadanos organizó el jueves en el Hotel Emperador una de sus reuniones informativas para simpatizantes, con el fin de darse a conocer y captar nuevos afiliados. Otro día que tenga más espacio les cuento el organigrama, por lo demás, sencillo. Me lo esquematizó en unos folios uno de los miembros del Consejo de Madrid, Juan Manuel Ortega: Consejo General, Comisión de Garantías, Comité Ejecutivo, Federaciones y Agrupaciones. Ese lenguaje sugiere que nos hallamos ante otra versión de lo de siempre, pero esta formación, que nació en Cataluña como respuesta ciudadana al nacionalismo, busca una nueva forma de hacer política: quieren ser una alternativa de cohesión frente a la dinámica disgregadora del nacionalismo. Se niegan a hacer el juego al bipartidismo, que se alimenta de la crispación. Reclaman el principio de realidad en política, que suele invocar Boadella frente a los discursos identitarios. ¿Son de izquierdas o de derechas?, me preguntaba. El ingeniero Juan Francisco de la Torre aclaró que son transversales: Ciudadanos abarca un amplio espectro ideológico, «aunque difícilmente habrá aquí un fascista o un estalinista». Es progresista que fomenten la neutralidad de la Administración en asuntos religiosos, su defensa de las listas abiertas, su democracia interna, su búsqueda de una síntesis desde la crítica y el respeto a las diferentes posturas, subrayado por el coordinador Fernando Landecho; así como las medidas contra la profesionalización de la política que señaló Gloria Hernández: limitar los mandatos en todos los cargos y que no haya liberados. Eluden la politización del terrorismo. Cuando oigo hablar de tercera vía se me disparan las alarmas. Tampoco me gusta que el antinacionalismo les cabree tanto y que sea el eje de su discurso. Sin embargo, su defensa de la ciudadanía sí me convence. Quieren hacer política sin incurrir en los viejos vicios de la política, pero no pueden prescindir de su lenguaje. Al menos lo intentan. Y eso es tan alentador como sus ilusiones y su ingenuidad. Ya veremos lo que dan de sí. La prueba de fuego la tendrán el día que toquen poder.
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