Es el impecable abogado Arthur Branch en la serie Ley y Orden. Se codeó con Sean Connery en La caza del octubre rojo. Trabajó a las órdenes de Martin Scorsese en El Cabo del miedo y de Tony Scott en Días de Trueno.
Fue también el abogado que en la vida real puso contra las cuerdas al gobernador demócrata de Tennessee Ray Blanton. Y el sucesor republicano de Al Gore en su escaño en el Senado en 1994. Y la voz atronadora que 20 años antes, en el comité de investigación del Watergate, preguntó a uno de los consejeros de Nixon: «Señor Butterfield, ¿tenía usted conocimiento de la existencia de una dispositivo de grabación en el Despacho Oval?».
«Si yo hubiera tenido su voz, ahora mismo sería presidente», reconoce su amigo y posible rival John McCain, que ve cómo el actor y ex senador Fred Thompson (64 años) le pisa peligrosamente los talones.
Desde que Thompson dijo en la Fox que deja «la puerta abierta» a su candidatura de 2008, la carrera republicana se ha convertido en un apasionante thriller. El ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, atrapado entre sus problemas de familia y los puntos oscuros del 11-S, se ha desinflado hasta el 31% en el último sondeo de Gallup. El veterano McCain (70 años) da síntomas de fatiga previa y sigue estancado en el 22%. Por detrás viene Thompson al galope del 12%, machacando a su paso al mormón Mitt Romney y al ultraconservador Sam Brownback.
«Mucha más gente ve a Thompson en televisión todas las semanas de la que votará en las primarias republicanas», admite en el USA Today el estratega republicano Rich Galen. «Dos terceras partes de los votantes buscan alternativas, y el actor-senador es un rostro tremendamente reconocible».
Votantes descontentos
Thompson se está beneficiando del descontento existente entre los votantes conservadores, que perciben a Giuliani y a McCain como demasiado moderados. Según un reciente sondeo del New York Times, el 57% de los republicanos están descontentos con sus candidatos y quieren ver más nombres en liza.
Las bases evangélicas, tan decisivas en el ascenso de George W. Bush, están buscando afanosamente su hombre y han decidido tomarle las hechuras a Thompson para ver si da la talla, como antes lo hicieron con otro presidenciable, el ex congresista Newt Gingrich.
Desde que Gingrich confesó su pecado (tuvo una amante durante el escándalo Lewinsky) en el programa radiofónico del Doctor James Dobson, la derecha cristiana ha decidido dejarle poco menos que en la cuneta y seguir buscando al candidato impecable.
El propio Doctor Dobson ha puesto en duda los antecedentes religiosos del actor: «Creo que no es cristiano». Pero las huestes de Fred Thompson han salido en su defensa -«fue bautizado por la Iglesia de Cristo»- y han decidido iniciar una campaña oficiosa para demostrar la fidelidad al credo conservador del tercer hombre.
El ex senador Howard Baker y el ex líder de la mayoría republicana Bill Frist han roto una lanza a su favor. El congresista por Tennessee Zach Wamp ha lanzado una web para captar apoyos (www.fred08.com) y su amigo y ex candidato presidencial Lamar Alexander pone la mano en el fuego: «Fred tiene una presencia escénica que hace morir de envidia a cualquier político».
El Washington Post, entre tanto, desempolva el fantasma de otro popular actor y se pregunta si Fred Dalton Thompson puede ser el próximo Ronald Reagan.