Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Tras casi dos meses de duras palabras desde Moscú, Estados Unidos ofrece ahora a Rusia participar en su escudo antimisiles en Europa del Este y el Kremlin incluso considera aceptar que se instale una parte en su territorio.
En la próxima cumbre entre la OTAN y Rusia, el 19 de abril, rusos y estadounidenses discutirán cómo «cooperar» y «compartir tecnología y desarrollar sistemas compatibles», según confirmó ayer la embajadora ante la Alianza Atlántica Victoria Nuland. «Algunas áreas de asociación con Rusia pueden incluir la investigación y el desarrollo de sistemas de defensa de misiles y la puesta en común de información de alerta temprana y de ejercicios entre nuestras fuerzas», explicó la representante estadounidense.
Ante el plan de montar un escudo antimisiles en Polonia y República Checa, Vladimir Putin reaccionó con amenazas a esos dos países y diatribas sobre la nueva Guerra Fría y su intención de rearmarse. Las críticas al escudo de Alemania, socio comercial de los rusos, han provocado, desde entonces, una nueva división en la UE, que ahora intenta intervenir en el debate sobre un sistema que estará, después de todo, en su territorio. Tras una conversación telefónica del presidente ruso y George W. Bush el miércoles, el punto de partida de la discusión será mucho más suave. EEUU repite que el escudo no es para defenderse de Rusia, sino de misiles de largo alcance procedentes de estados como Corea del Norte o Irán.
El Gobierno ruso está «preparado» para colaborar con el sistema e incluso para albergar una parte en su país, según explicó ayer un portavoz del Ministerio de Exteriores. «Hay que analizar las amenazas existentes. Si concluimos que son reales, estamos dispuestos a participar en la creación de un sistema de defensa antimisiles colectivo para el continente europeo», dijo el representante ruso en un briefing en Moscú, según France Presse. «Para oponerse a la amenaza de Corea del Norte o de Irán, es más fácil utilizar nuestro territorio. ¿Por qué no participar?....Nuestra psicología y nuestra visión del mundo han cambiado», aseguró el diplomático.
De momento, EEUU tratará el asunto en los foros de la OTAN, que lleva años flirteando con la idea de un escudo para Europa. Con el proyecto estadounidense, el sur y sureste del continente quedarían descubiertos, pero cambiar de plan exigiría que más aliados contribuyeran a financiar el sistema, algo a lo que los europeos siempre se han resistido. En junio, la Alianza Atlántica publicará un nuevo informe sobre los costes y las posibilidades para la detección y el aviso de los ataques con misiles balísticos.
En principio, la Administración Bush quería seguir adelante sólo con sus acuerdos bilaterales con los muy dispuestos polacos y checos, pero, ante la oleada de protestas, negociará a más bandas. «Estados Unidos quiere ampliar la cooperación en defensa de misiles con sus aliados de la OTAN», dijo la embajadora Nuland.
Se replantee o no el escudo, la UE también pretende intervenir y espera tratar el controvertido sueño americano -Ronald Reagan ya lo intentó- en sus próximas reuniones de ministros y líderes de los Veintisiete. Javier Solana, jefe de Política Exterior de la Unión, defendió el jueves en el Parlamento Europeo que, por mucho que la soberanía en cuestiones militares sea de los estados miembros, los planes nacionales deben ser compatibles con «el interés general de la Unión Europea».
La 'suavidad' de Gates
M. R.
En la incómoda conferencia en Múnich en febrero en que Vladimir Putin atacó a EEUU y previó una vuelta al pasado, con Robert Gates enfrente, el americano reaccionó con una inusitada calma. «Con una Guerra Fría ya tuvimos suficiente», replicó el secretario de Defensa a las amenazas del presidente ruso de rearmarse o atacar a los vecinos. Gates incluso se permitió un chiste, «de espía a espía» (él dirigió la CIA y el ruso fue agente del KGB), para aligerar la tensión.
La línea conciliadora del jefe del Pentágono, nombrado en noviembre, aún sorprende en Bruselas, especialmente después de la nefasta relación de su antecesor, Donald Rumsfeld, con «la Vieja Europa». En la UE se aprecia el tono tranquilo de Gates, al menos para los estándares del liderazgo estadounidense -sea demócrata o republicano-, e incluso los diplomáticos continentales hablan con admiración de su conocimiento y comprensión del vecino ruso.
El secretario de Defensa es, de hecho, un experto sovietólogo. Su tesis en Georgetown fue sobre la Unión Soviética, como la mayor parte de sus escritos, entre otros, un libro sobre cómo EEUU ganó la Guerra Fría. Incluso se fue a aprender ruso a un pueblo perdido en mitad de la estepa, donde observó, de cerca, algunas costumbres sociales que le servirían para su carrera de espía y reconocido conspirador.
