Hace dos años tenía paralizado el lado izquierdo y no podía escribir. Ahora, en cambio, han desaparecido todos los síntomas del párkinson y la religiosa se desenvuelve con normalidad en sus tareas cotidianas de enfermera.

«Juan Pablo II me ha curado», explicaba ayer sor Marie-Simon-Pierre en Aix-en-Provence (sureste de Francia).

«He sido la beneficiaria de un milagro. Un milagro que ha obrado Dios con la intercesión generosa del Papa. Es difícil contar lo que siento dentro de mí. Es una sensación fuerte. Es un misterio», añadía la religiosa sin apenas alzar la voz.

El todavía presunto milagro sucedió el 2 de junio de 2005, dos meses después del entierro del Pontífice polaco. Marie-Simon-Pierre no podía trabajar ni era capaz de redactar una carta, pero se avino a coger un bolígrafo y un pedazo de papel por consejo de la superiora: «Era como si una voz de fuera me hubiera dicho que me pusiera a escribir».

El fenómeno sobrenatural representa el milagro que El Vaticano ha documentado para iniciar la causa de beatificación de Juan Pablo II. Normalmente, el proceso, previo a la canonización, suele demorarse varios años, pero las circunstancias de la vida y de la muerte de Karol Wojtyla, amén del clamor popular, han acelerado los trámites del recorrido administrativo.

«La enfermedad me la diagnosticaron en el año 2001 y me advirtieron de que era degenerativa. Ahora sólo puedo decir que no recibo ningún tratamiento y que hago una vida normal. Es como si hubiera vuelto a nacer», explicaba la religiosa francesa, de 46 años, delante del pelotón de las cámaras de medio planeta.

Unos y otros pormenores forman parte del expediente que ha redactado el sacerdote polaco Slawomir Oder como postulador de la causa de Juan Pablo II. Ahora tendrá que examinarse en el jurado de la Congregación para la causa de los Santos y los Beatos, aunque predomina una sensación unánime de optimismo respecto al desenlace favorable. Tanto por las evidencias que trae consigo la religiosa como porque, curiosamente, la enfermedad en cuestión era la misma que persiguió a Wojtyla en el periodo de agonía de su Pontificado.

Marie-Simon-Pierre detalló ayer ante los medios que su neurólogo se quedó asombrado cuando, cinco días después de su repentino cambio, la vio entrar en su despacho caminando con normalidad. «Me preguntó: 'Hermana, ¿qué ha hecho para estar así? ¿Ha duplicado la dosis de su medicación?' «Y yo le dije: 'no, doctor, la he dejado».

Según informa la agencia Reuters, el padre Luc-Marie Lalanne, que llevó la investigación en la archidiócesis de Aix-en-Provence, dijo que un psiquiatra y tres neurólogos han sido incapaces de explicar la recuperación de la monja.