Fue el antropólogo polaco Malinowski quien acuñó el termino «mitos credenciales» o fundacionales, que son los que explican el origen de una sociedad y fundamentan su visión del mundo.

Moisés, que llevó a los judíos a la Tierra Prometida y recibió las Tablas de manos de Dios, es el mito credencial de los judíos. Don Juan Carlos de Borbón es el mito credencial de la democracia española instaurada tras la muerte de Franco. Muchos son los paralelismos entre ambas figuras legendarias.

Cuando nació Moisés, el pueblo hebreo vivía oprimido en Egipto bajo la tiranía del faraón. Eran esclavos que construían los monumentos funerarios y servían a la aristocracia y los sacerdotes de los monarcas descendientes de Osiris. Moisés se salvó de una muerte segura porque fue rescatado del Nilo por la hija del faraón, que le educó sin saber que era judío.

Juan Carlos también nació en el exilio y luego vinó a Madrid para ser educado por el dictador Franco, que le inculcó los principios del Movimiento, al igual que Ramsés formó a Moisés como un príncipe egipcio.

Cuando se descubrió su origen, Moisés -que significa «el rescatado de las aguas»- marchó a las tierras del Sinaí, donde fue acogido por Jetro, con cuya hija se casó.

También Don Juan Carlos, alejado de su familia, tuvo que pasar un duro exilio interior durante el franquismo.

Tras la visión de Dios en la zarza que ardía, Moisés volvió a Egipto para liberar a su pueblo y conducirle a la Tierra Prometida. No fue fácil porque el faraón se negó a dejar en libertad a los judíos. Sólo cambió de opinión tras sufrir 10 terribles plagas.

Tampoco fue fácil para el Rey pilotar la transición de la dictadura a la democracia y conducir a los españoles a la Tierra Prometida de la libertad. Tuvo que enfrentarse al franquismo y cambiar las leyes. El personaje que le inspiró como la zarza a Moisés fue Torcuato Fernández Miranda.

Moisés atravesó el desierto y cruzó milagrosamente el Mar Rojo para llevar a su gente a Israel en una penosa e interminable marcha. Cuando las fuerzas desfallecían, Dios envió el maná a los hebreos.

Nadie apostaba un duro por Don Juan Carlos, pero llevar a su pueblo a la democracia tras sufrir una peripecia tan dramática y accidentada como la de Moisés. El maná fue esta vez Adolfo Suárez y UCD.

Finalmente Dios entregó a Moisés en el Sinaí las Tablas de la Ley, la Tora, que dirían los judíos. Ello marcó el nacimiento del monoteísmo, del que derivó el cristianismo. Freud analizó la figura edípica de Moisés como padre del nuevo culto.

El equivalente a las Tablas fue la Constitución de 1978 que es el hito/mito fundacional de nuestra democracia. Don Juan Carlos es el padre de la Constitución y, por tanto, del advenimiento del actual régimen.

No hay sociedad sin mitos. El de Don Juan Carlos está tan arraigado que parece incluso real.