Hay que reconocer que la nueva Isabel Sartorius, en las portadas de ¡Hola! y de Telva, está guapa de verdad, estilizada y glamourosa. Como en sus mejores tiempos. Cuando a todos nos gustaba como novia principesca. Hacía mucho tiempo que no se la veía tan hermosa aun habiendo perdido todos los kilos que le sobraban, que eran muchos. Pena daba verla formando parte de las Preysler girls de Porcelanosa, junto a una Carmen Martínez Bordiú, cada vez más ajamonada, y una Isabel cada vez más bellamente recauchutada.

Vestida, en ambos reportajes, por Mango, (Letizia frecuenta los establecimientos de esta firma) Isabel está hasta elegante, ¿será ella su imagen? El motivo de las exclusivas de las dos revistas es hacerle un favor: promocionar la nueva faceta de niña Isabel como empresaria de una firma de bolsos y complementos de viaje que acaba de crear. Como siempre le hemos tenido afecto (tanto EL MUNDO como este columnista) vamos a colaborar también haciendo publicidad a la marca que acaba de aparecer en el mercado: «I.S.», «un producto español con el colorido y la pasión del Mediterráneo, muy desenfadado, grande, tipo tote-bag como los que se ven en los Estados Unidos», según propia definición. Precio: entre 100 y 350 euros. Una pasta que Letizia no tendrá necesidad de soltar porque Isabel, su antecesora en el corazón de Felipe, ha declarado «por supuesto que se lo mandaré. Me hace mucha ilusión que lo tenga». ¡Menuda publicidad!

Muchos rezan por mí (¿?)

Isabel, por lo que dice y por lo que se intuye en las entrevistas, parece estar dispuesta a comerse el mundo. Ya era hora. También su pasado. Aunque esto último lo dudo. Es un activo que ha aprendido a administrar, concediendo estas entrevistas, selectivas, para hablar de sus bolsos pero también de su vida de hogaño y la de antaño.

Pero, como Isabel es buena persona, «según mis amigos, aunque esté mal que yo lo diga», sus entrevistadoras la tratan con afecto y cortesía, lo que no impide que, de vez en cuando, den pellizcos de monja a su biografía. Gabriela Bustelo, de Telva, más que Pilar Rubines, de ¡Hola! No en balde esta última puede considerarse su hagiógrafa particular. Para muestra, este comentario: «Isabel Sartorius avanza en la nueva etapa de su existencia sin desperdiciar un segundo en la queja o en el lamento». Pero en Telva, le recuerda que «Jaime Peñafiel dice que la sociedad española ha sido injusta contigo». A lo que ella responde: «Me siento muy apoyada y querida por la gente. Me paran por la calle para decirme que rezan por mí» (¿?)... «Pero me duele mucho que algunos periodistas pongan en duda la paternidad de Javier Soto de mi hija Mencía».

En este tema, Isabel es injusta con la prensa que no ha dudado nunca quién es el padre de la niña a pesar de que la elección de la clínica donde dio a luz no pudo ser más desafortunada: La Zarzuela. Y para más inri, el día que se marcha a casa lo hace sola con su hija en los brazos y sin la compañía del padre, con el que no llegó a contraer matrimonio aunque ella, al principio, declaró lo contrario. Hoy, él está casado con otra.

No guardo rencor

Posiblemente, recordando todos estos avatares de su vida, Gabriela Bustelo le pregunta: «¿No te dan ganas de aclarar las cosas?». Pero ella piensa que «sería el cuento de nunca acabar. El tiempo lo pone todo en su sitio. Además yo no guardo rencor a nadie». Ante la copiosa lista de todos los hombres que la han amado (Ricki Fuster, Felipe de Borbón, Pablo Hohenlohe, Alessandro Benetton, Javier Soto, Gerardo Lorenzo y Fernando Ballvé) que las chicas de Telva incluyen en el reportaje, uno no puede por menos que preguntarse: ¿Qué tiene niña Isabel para que todavía siga soltera y sin compromiso? Ella misma lo aclara: «Nunca he vivido en pareja... A los hombres les asusta muchísimo la fama. Salen corriendo. Pocos son los que se atreven a llevarme al cine». Me sorprende lo que dice pues yo creía que en Londres había vivido junto a Javier Soto, el padre de su hija. Por lo que dice, a lo peor va a resultar que no.

Sigo viéndome con el Príncipe

Ninguna de las dos revistas se atreven a preguntarle directa o indirectamente por el Príncipe aunque Isabel reconoce: «Sigo viéndome con él y su mujer. Tenemos amistad y cariño». Por el contrario, su contacto con la Familia Real debe ser inexistente: «En su momento, tuve una relación muy cordial». Sin embargo, sí le preguntan por Letizia, que ya son ganas de golpear donde más le puede doler. Pero, como para Isabel todo el mundo es bueno, empezando por ella misma, repite lo que dijo hace años cuando su hagiógrafa la Rubines la entrevistó en la época en la que Eva Sannum ocupaba el corazón del Heredero español.

«La gente no se lo cree pero me llevo muy bien con ella». Lo que a lo peor no le gusta a Letizia es leer que, a Isabel ella le «parece una mujer muy lista». Palabra que mejor es olvidar por aquello del tristemente famoso chiste contado por Sabina. Por su parte, en ¡Hola!, Isabel recuerda «hace tiempo dije que doña Letizia tiene un corazón enorme. Hoy lo vuelvo a decir. La quiero mucho. Es una gran princesa por dentro y por fuera... Es honesta, familiar, fuerte y entregada. Es un ejemplo de entereza y responsabilidad. Para mí siempre ha sido así». Este periodista desea de corazón y sinceramente que así sea.

CHSSSSS... La muchacha, protagonista estos días de un triste espectáculo televisivo sentimental, se casó sin haber finalizado Derecho. Se había atrancado en el 4º curso. Su poderoso marido tuvo que recurrir a un compañero en el Gobierno, presuntamente relacionado con una universidad privada muy especial, para que le echara una mano. Y fue ahí donde ¡por fin! se licenció. ... Cuando ella dejó la empresa en la que había trabajado gracias a una beca de Caja Madrid, el día en que se iba exclamó desde la acera de enfrente del edificio al tiempo que hacía un corte de mangas: «¡Hasta nunca, hijos de puta!». Lo pueden corroborar los más veteranos de la casa. ... Estos días se ha hecho archifamosa por enseñar el culo y las tetas. En la rueda de prensa para presentar la campaña de unos helados se negó a responder sobre su culo y sobre sus tetas. Los periodistas asistentes, en vez de irse, tragaron y se quedaron. Esto suele suceder también en encuentros con políticos, cuando éstos se niegan a ser preguntados. ¡Qué prensa tan poco digna hay en España!