Domingo, 1 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6314.
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UN DIA HISTORICO PARA EL MUSEO / La obra, diseñada por el arquitecto Rafael Moneo, suma 22.000 metros cuadrados a la sede original de la pinacoteca / El coste definitivo asciende a 152 millones de euros, 110 más del inicial
El Prado muestra por fin el resultado de 14 años de 'lucha' por la ampliación
ANTONIO LUCAS

MADRID.- Los casi 14 años de tensiones, luchas extemporáneas, retrocesos y avances con que el Museo del Prado encaró su más ambiciosa ampliación para insertarse de pleno en el siglo XXI quedaron ayer cumplidos. Se abre una nueva etapa.

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La presentación de las nuevas instalaciones de la pinacoteca en el área del claustro de Los Jerónimos ha cerrado el periodo más convulso de la institución desde que se fundara como Real Museo de Pinturas en 1830. Y el viento, parece, sopla hoy a favor. «Este proyecto ha sido fruto del consenso político. Y eso es muy valioso es estos momentos», expresó el presidente del Patronato de la pinacoteca, Rodrigo Uría.

Hubo pleno ayer. Una sesión extraordinaria en las nuevas instalaciones diseñadas por el gran arquitecto Rafael Moneo, cuya inauguración oficial será el 30 de octubre. Era el sí unánime a un trabajo que ha sufrido embestidas y vaivenes, pero sin llegar a desfondarse, sin perder pie. Detrás de este largo tránsito están Moneo y los cinco ministros de Cultura que se han ido sucediendo desde que en 1994 se aprobara el Plan de necesidades del Museo del Prado.

El nuevo edificio incorpora 22.040 metros cuadrados de superficie a la institución (un incremento de más del 50% sobre la actual). Y su coste alcanza los 152 millones de euros (el inicial era de 42 millones). «Eso no es ni mucho ni poco. La de hoy es una extraordinaria noticia para la Historia de nuestro país», dijo la ministra de Cultura, Carmen Calvo, tras el recorrido por las nuevas instalaciones que ofreció el arquitecto. «Es la comparecencia pública más emotiva de mi vida. Un privilegio. El resultado de tantos años de esfuerzo, donde mi ministerio ha tenido el Prado como prioridad, es esta obra bellísima. Mi obsesión era verla rematada antes del fin de la legislatura y mostrarla a los ciudadanos».

El nuevo auditorio del museo, con aforo para 438 personas, quedó estrenado ayer en el encuentro con la prensa posterior al recorrido que ofreció Moneo para explicar las claves de un proyecto complejo, minado de sobresaltos, pero rematado con maestría.

El resultado es un edificio de nueva planta -«pensado desde las entrañas del Prado original», matizó el arquitecto- que recupera la importancia de la espalda del Museo del Prado, su carácter bifronte, volcando el protagonismo en la Puerta de Velázquez -de uso exclusivo para recepciones y actos oficiales- y en el ábside diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva en 1785 -donde décadas después colgó la genial obra del autor de Las Meninas-, hoy renombrada Sala de las Musas.

En este punto exacto se desencadena el área de conexión entre el edificio clásico y las nuevas dependencias del museo, que arrancan de un bello hall de perspectiva forzada, inundado de luz natural, que lleva hasta el Jardín Botánico. El vestíbulo acogerá una cafetería/restaurante, la tienda/librería y distintos puntos de atención al público. Sobre él, en el exterior, como un gran corredor diáfano, figura el parterre con seto de boj -«algo así como un jardín impreciso», definió Moneo- desde el que se contempla el coherente y delicado diálogo entre las dos fachadas.

La funcionalidad de la ampliación está apoyada interiormente, además, en tres grandes salas para exposiciones temporales que suman 1.386 metros cuadrados, lo que permite descongestionar el edificio Villanueva y, a partir del próximo otoño, mostrar la colección permanente con una nueva lectura aprovechando el espacio recuperado, equivalente a 40 salas capaces de exhibir unas 500 obras más de los fondos del museo. «La inauguración tendrá como exposición estelar la pintura española del siglo XIX», confirmó Uría. Una recuperación necesaria, pues el cierre del Casón del Buen Retiro (también en la última fase de su rehabilitación) dejó huérfanos de sitio a los artistas del maltratado XIX.

El cubo de Moneo -que reúne una luminosa secuencia de espacios-, queda dividido en siete plantas (de los almacenes a los complejos talleres de restauración de pintura) y reparte en cinco de ellas algunos de los departamentos y servicios relacionados con la conservación de los fondos. El claustro de la (vieja) polémica, en la superior, queda rehabilitado en su nueva función de sala de exposiciones temporal, y de él parte una linterna que distribuye luz natural por las distintas dependencias. Junto al claustro destacan las estancias del Gabinete de Pintura, que acogerán, entre otros legados, la obra sobre papel de Goya, que se irá mostrando sucesivamente. «Ésea es para mí uno de los rincones más bellos, quizá el más íntimo», reconoció Moneo.

Ha sido más de una década entregado a situar arquitectónicamente el Prado en el umbral del siglo XXI. Ahora le toca a otros ponerlo en marcha. El objetivo, parece, se ha cumplido. Y bien.


El desquite de Rodrigo Uría

Era el momento. El presidente del Patronato del Museo del Prado, Rodrigo Uría, se plantó en el nuevo auditorio de la pinacoteca armado con unos folios. A un lado, la ministra de Cultura; más allá, Rafael Moneo. Delante, los miembros del patronato, todos; y algo más arriba un enjambre de periodistas de medio mundo. El escenario perfecto para ajustar cuentas y repasar algunos de los momentos más fatigosos del proceloso trabajo de ampliación. Uría descargó una lúcida ráfaga de reflexiones para quien quiesiera escuchar... y algunos 'damnificados' no andaban lejos. «Al museo se le han colgado distintos sambenitos. Hoy es el día de 'descolgarlos'». Hubo banderillas para los vecinos del barrio de Los Jerónimos, que en 2000 solicitaron al Supremo la paralización de las obras porque creían que la propuesta de Moneo rompería el entorno. «Que ha quedado afectado positivamente», dijo, «pues ya sabemos que la iglesia es un conocido pastiche del siglo XIX». Y no faltó el rejonazo para los de 'casa': «Al principio, el Patronato estaba dividido. Unos, como yo, apostamos por Moneo. Otros se opusieron al proyecto por envidias escolásticas y corporativistas. Pero el arquitecto ha dado muestra de la grandeza de su humildad y aceptó carros y carretas. Y aquí está el resultado».

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