En la penúltima jornada, y tal como estaba casi más soñado que previsto, Michael Phelps accedió al sexto cielo, a su sexto oro (cuarto individual). El más dulce porque se refería a los 100 metros mariposa, su prueba más comprometida, su espinita clavada, tal vez su única duda junto a su mayor temor. Por todo ello, esa medalla no ha sido una más dentro de la trascendencia objetiva de las cinco restantes. Ha sido la medalla.
Ninguna tan deseada; ninguna tan trabajada; ninguna tan perseguida; ninguna tan indecisa hasta el último suspiro y, por lo tanto, ninguna tan celebrada. Ninguna tan difícil, en suma, a causa de la presencia de un adversario formidable y resistente a inclinar la cabeza frente al gran fenómeno de la natación mundial. Ese hombre es Ian Crocker, un oriundo del extraño (natatoriamente hablando) estado de Maine, un tiarrón de 24 años y 1,93, tendente a las formas redondeadas y que, tras los Juegos de Sydney, en los que fue plata, se trasladó a Texas para progresar como criatura anfibia.
Crocker, en realidad, ha sido la bestia negra de Phelps. Algo así como Ben Johnson para Carl Lewis. En el Mundial de Barcelona, en 2003, con un Michael que salía a récord del mundo por prueba, que acababa de batir el de 200 mariposa y que, en las propias semifinales de 100, había hecho lo mismo con 51.47, protagonizó una colosal y maravillosa sorpresa. Ganó la prueba y estableció, con 50.98, un nuevo primado universal. Phelps, de nuevo espléndido, nadó en 51.10, su tope personal hasta ayer mismo. Pero fue barrido por su compatriota.
Un año después, en los Juegos de Atenas, Phelps restableció las jerarquías. Pero hasta cierto punto, porque su oro (51.25) no tuvo suficientes quilates como para recuperar un récord que Crocker, en los trials, había rebajado hasta 50.76. Y luego, en 2005, llegaron los Mundiales de Montreal. Y allí, de nuevo, Crocker dio buena cuenta de Phelps y, además, recortó su plusmarca hasta los 50.40. Con ella no ha podido ayer el de Maryland (otro estado más bien raro). Sus 50.77 siguen lejos de esos 50.40. Crocker, segundo, paró el crono en 50.82, su tercera marca. Sólo él ha bajado en cuatro ocasiones de 51 segundos. ¿Quién es, pues, el mejor mariposista?
Ayer lo fue Phelps, que tuvo la carrera perdida hasta los últimos 10 metros (la había afrontado con prudencia en las series para no gastar unas fuerzas especialmente preciosas). Sólo una excepcional fortaleza anímica, una convicción indomable y un propósito sobrehumano de triunfo lo condujeron hasta el oro. El ojo no pudo juzgar quién había ganado. El cronómetro sí. La máquina de precisión decidió los puestos y señaló a Phelps para el primero. Phelps de nuevo. Su lucha actual e histórica a la vez con Crocker agigantó aún más su ya descomunal figura. También realzó la de su adversario. Se mantiene en todo lo alto una rivalidad llena de alternativas imponentes que enriquecen hasta lo sublime el deporte en este mundo.
En la victory ceremony, el lenguaje corporal fue especialmente expresivo. Phelps, apenas repuesto del susto y todavía sin asimilar del todo el alivio, escuchó con una desconocida emoción The star spangled banner. Crocker, por su parte, pareció ligeramente fastidiado. Había perdido por los pelos la ocasión de parar en seco (bueno, en húmedo) al espécimen surgido de las aguas y llegado del espacio. En estos Mundiales la gloria está reservada a Phelps, pero también, y a la misma altura, a quien sea capaz de detenerlo.
No parece que nadie pueda ya hacerlo. Hoy, en los 400 estilos y el relevo 4x100 estilos le llegarán a Phelps, más que probablemente, la séptima y octava medallas de oro. En ese caso, superaría los seis oros de Ian Thorpe en los Mundiales de 2001 y los siete de Mark Spitz en los Juegos Olímpicos de 1972. Dos máximas referencias. Pero los Juegos son los Juegos. Phelps, en realidad, se está probando para Beijing («estoy poniendo a prueba mi cuerpo para ver cuánto puede aguantar»). Se ha colocado él mismo el listón muy alto. Y nos ha acostumbrado mal a todos. ¿Mal? Al contrario: nos ha acostumbrado demasiado bien.
SEMANA DE ORO
Domingo: 4x100 libre.
Martes: 200 libre, récord del mundo (1:43.86).
Miércoles: 200 mariposa, con nuevo récord (1:52.09).
Jueves: 200 estilos, con récord del mundo (1:54.98).
Viernes: 4x200 libre, con nuevo récord mundial para Estados Unidos (7:03.24).
Sábado: 100 mariposa.
Hoy: tiene dos últimas opciones de medalla en los 400 estilos y el 4x100 estilos.