Domingo, 1 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6314.
ESPAÑA
 
CRISIS ANTITERRORISTA / Los convocantes enviaron sus firmas comprometiéndose a no referirse a ASB / Pero los líderes presentaron a sus candidatos y su programa eludiendo condenar la violencia y con homenaje a los presos
Batasuna celebra 'su' primer acto electoral en el BEC sin necesidad de vulnerar las condiciones de Garzón
ANGELES ESCRIVA

BARAKALDO.- El juez Baltasar Garzón puede darse por satisfecho. Efectivamente ayer consiguió que 39 de los 41 promotores del acto convocado ayer en Barakaldo le enviasen sus firmas comprometiéndose a no realizar a lo largo de la convocatoria alusiones explícitas al nuevo partido, ASB (Abertzale Sozialisten Batasuna). Sin embargo, a cambio, Batasuna, el partido ilegalizado, celebró su primer acto electoral multitudinario respetando exquisitamente las condiciones impuestas por el juez: tomaron la palabra Arnaldo Otegi, Pernando Barrena y Jone Goirizelaia, dirigentes de la actual mesa nacional; presentaron a sus candidatos, su lema, su programa electoral y el logotipo que han elegido -el mismo que viene en los estatutos de ASB-; se negaron a condenar la violencia, advirtieron al Gobierno de que si no les legaliza, el «proceso democrático» no tiene futuro, y organizaron un sentido y espectacular homenaje a los asesinos de ETA en prisión.

La intensidad de ese momento únicamente puede ser comparable, y a distancia, con el momento en el que las imágenes de políticos del PP y de ciertos sectores del PSE y del PNV -los afines a Imaz- aparecían en la pantalla y eran tachados con una contundente equis roja. Eso sí, en ningún caso, hicieron referencia a sigla alguna, tal y como había solicitado el juez que, en su auto, no realizó ninguna precisión sobre el resto de la previsible escenografía que la izquierda abertzale suele desplegar.

De este modo se dio la absurda paradoja de que un partido ilegalizado pudo celebrar un mitin con todas las de la ley con la única condición de no nombrar a un partido que, no sólo no está ilegalizado, sino que ni siquiera está inscrito de manera definitiva en el Registro de Interior y cuyo mayor lastre es, precisamente, su vínculo con Batasuna.

Los corifeos de la izquierda abertzale habían anunciado el acto como un hito comparable al de Anoeta o al de Anaitasuna, y habían logrado despertar de nuevo cierta expectación precisamente por el momento en el que ha sido convocado, cuando desde el propio Gobierno se está advirtiendo sobre lo delicado de la situación. Pero, finalmente, los dirigentes de Batasuna no despejaron dudas y repitieron su discurso en el mismo tono de amenaza que han estado empleando en los últimos días.

En palabras de Otegi: «La izquierda abertzale, va a estar en las elecciones tal como es, sin subterfugios. Porque si le dicen que no a la igualdad de condiciones, estarán negando la posibilidad de desarrollar en los próximos meses y años el proceso democrático».

Repartieron, efectivamente, cuadernillos con la propuesta autonomista realizada en Pamplona a principios de año pero, ante los suyos, Barrena volvió por sus fueros al asegurar que el Gobierno sabe que «los ciudadanos de este país no aceptarán nada por debajo de la territorialidad y la autodeterminación». Y en la misma ambigüedad en la que se mueven a la espera de acontecimientos que deciden otros, volvieron a intentar convencer a los más radicales asegurando que si se está en este punto de crisis del Estado español es, gracias a la lucha que realizan desde hace 30 años, y simultáneamente responsabilizaron a otros de un fatal fracaso: a los socialistas y a los nacionalistas por no haber puesto en marcha la mesa de partidos, y al PP por sus presiones.

Respecto a ellos, ni por asomo condenar el terrorismo ni el atentado de Barajas. Al contrario, Barrena se quejó de que los demás se enzarzan en «debates sesudos sobre la violencia de los demás», cuando, según su acusación son ellos los que la practican. Y Otegi, en alusión a la operación contra el comando Donosti y a la presentación de ASB se lamentó de que «cada vez que la izquierda abertzale da un paso y adquiere un compromiso, surgen los nervios y se la golpea inmisericordemente».

Así que fue un mero acto electoral en el que los dirigentes de Batsuna incluso se permitieron el lujo de sugerir ciertos pactos futuros a los socialistas. Ocurrió cuando Barrena aseguró, protector, que lo que está en juego «no es sólo la democracia para los vascos sino también para los españoles». «Por eso, el PSOE ha de hacer lo que no hizo en el 77, que es luchar contra el fascio, y para ese viaje sí contará con nosotros», ofreció, mostrando identidad de fobias con algunos comunicados de la banda. Goirizelaia, más tarde, -después de concretar su programa hablando de la igualdad entre hombres y mujeres- también defendió la necesidad de hacer «frente a los gobiernos de derecha, se llamen, PNV o UPN».

Se llevó la palma Otegi, quien flanqueado por todos sus candidatos, cargó contra el PNV erigiéndose cínicamente en referente ético: «Nosotros consideramos vascos a los que viven en Euskal Herria mientras ellos consideran vascas a las empresas que les pagan». Nada sobre la extorsión a empresarios. Como advirtiera Goirizelaia: «Llega la primavera, los colores de las luchas populares, los colores de la izquierda abertzale; ya estamos aquí, es nuestra hora».

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