TOM BURNS MARAÑON
Hace más de medio siglo se instaló en Hollywood, contratado por una de las grandes productoras para traducir y escribir guiones, un pequeño destacamento de creativos humoristas españoles. Simpáticos y ruidosos, muchos de ellos futuros integrantes de La Codorniz, no tardaron en ganarse la amistad del gran Chaplin, que comenzó a invitarles a sus fiestas porque los consideraba exóticos y marchosos. Se cuenta que en uno de estos saraos el humorista Tono se sentó en un sofá junto con el mítico Albert Einstein, que era el invitado de honor, y ambos mantuvieron una larga y animada charla. Tono explicaría a sus compatriotas que había conversado mucho con un anciano -no tenía ni idea de quién era Einstein- con el que había coincidido que «todo es relativo».
Con los precios ocurre lo mismo. Pero, al mileurista no le digas tal cosa porque pasa de lo relativo. No le hables de la bonanza económica española y de que un café que cuesta 80 céntimos. Con 166.000 pesetas al mes y costándole un cortado, como mucha suerte y en un cutre lugar, un euro, es decir 166 pesetas, no llega a copa, ni a puro ni a fin de mes. Cuando ganaba la mitad, pero en pesetas constantes y sonantes, se podía comprar cuatro cafés por el precio que hoy vale uno. Sin embargo, y sabiendo que esto no es ningún consuelo para los cientos de miles de ciudadanos que se identifican con el interlocutor estrella de Tengo una pregunta para usted, hay que insistir en aquello en que coincidieron Einstein y Tono. Por el precio de cuarenta y pico cortados en una cafetería de mala muerte, el mileurista hoy puede viajar en avión a muchos destinos europeos. Y allí, donde también hay muchos que ganan mil euros al mes, descubrirá que el café, la copa y el puro están relativamente regalados en España.
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