En el Milford, el café no vale 80 céntimos desde, como poco, la época en que Rodolfo Martín Villa presidía Endesa, pero era un rato de asueto preparando la semana grande, en que la constructora de José Manuel Entrecanales tenía que cerrar los detalles del acuerdo con el grupo italiano Enel y plantar cara a E.ON.

Dos días después, el consejero delegado de Enel, Fulvio Conti, aseguraba -ay, ay, ay- que no mantenía ninguna negociación con nadie, porque no era «legal», decía. Y 48 horas más, el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Manuel Conthe, suspendía la cotización de Endesa ante la evidencia de acuerdo entre Enel y Acciona para, fuera del teórico plazo legal, disputar el control de Endesa al grupo alemán E.ON. Otras 48 horas después, Conti no pudo cumplir su idea de acudir al Bernabeu a animar a Spagna contra Dinamarca. Había que preparar con Entreca el gran anuncio de OPA anti alemana en el bufete Albiñana&Suárez de Lezo. Conti y Entrecanales se ven ganadores a largo plazo, porque entre su participación potencial y la de la Sepi suman ya el 51%. Su acuerdo da a entender que en la futura Endesa mandaría Entreca con un 25% del capital y pagaría Enel, con el 75%. O los de Acciona son unos monstruos negociando o aquí hay gato encerrado.

El Gobierno, oficialmente, no dice nada, pero extraoficialmente está encantado de que esta opción hispanoitaliana aborte el plan de E.ON. El problema es que Conthe, con apoyo de Solbes, ha echado una mano a los alemanes frenando seis meses los planes gubernamentales. Pero ha recibido tal fuego cruzado, incluido de Moncloa, que no comenta, ni despeja la duda de si ha tenido que amenazar con su dimisión.

Pero en la nueva fase que se abre, el Gobierno puede hacer mucho por Enel, empezando por ignorar la disposición adicional 27 de la Ley 55/1999 de Rodrigo Rato, que faculta a dejar al grupo italiano -al ser empresa pública extranjera- con sólo un 3% de poder de voto en Endesa. Rato se olió entonces la tostada tras las privatizaciones y así se lo recordaba el ex presidente de Repsol YPF, Alfonso Cortina, tomando el aperitivo el pasado viernes en el Club Financiero Génova: «Ya nos decías que no hiciéramos nada hostil, que no abriéramos la caja de Pandora [dijo ¿caja o caixa?], porque, si no, iban a venir los extranjeros».

Minutos antes, Cortina había hecho un discurso de presentación de Rato -premiado por el club- en el que aprovechó para tocar un poco las narices a su sucesor, Antoni Brufau. Cortina, que tuvo la cotización de la petrolera en septiembre de 2000 a los mismos 24 euros en que se mueve en 2007, recordó al auditorio que los ingresos y beneficios de Repsol se triplicaron en su mandato y evocó veladamente, la «desordenada» y fallida OPA hostil de la Caixa.

Al acto no fue otro amigo de Rato, el presidente de Endesa, Manuel Pizarro, enfrascado en la nueva batalla legal que se avecina. En Industria no comentan el informe confidencial que han recibido de Pizarro sobre el «peligro» de Enel . Según el decreto Rato vigente, Clos sólo puede dar su visto bueno a Enel si no ve «riesgos significativos» para el suministro.

Vaya si los hay, según Pizarro. «La participación accionarial de Enel en Endesa entraña un grave riesgo para la seguridad del suministro y para la calidad en la prestación de los servicios de los mercados energéticos, ligada en particular al riesgo de que el desabastecimiento que en diversas ocasiones ha sufrido el mercado italiano se traslade al español». Y agrega «el largo historial de sanciones en las que ha incurrido Enel como consecuencia de la comisión de infracciones por vulneración de la legislación sectorial energética, la ineficiencia con la que Enel gestiona sus servicios en Italia y su prácticamente total inexperiencia en la gestión de centrales nucleares».

Endesa, según ha recordado Zapatero, es clave para la energía en España, porque controla el 50% del parque nuclear español, pero «Enel no produce energía nuclear desde 1988, tras el referéndum en Italia en que cesó la actividad en dicho país».

En el entorno del grupo italiano replican que hay suscrito con Electricité de France un convenio en este campo y que Enel compró en 2006 la central de Slovenske Elektrarne con 1.760 megavatios. El presidente de E.ON, Wulf H. Bernotat, rechazó en su momento esa adquisición, por estimar que la central usa tecnología como la empleada en Chernóbil.

Y hay más leña. Según el informe de Pizarro, «como entidad de derecho público de Italia, Enel ha de obrar necesariamente al servicio del interés general italiano, el cual es por principio distinto y, muy posiblemente incompatible con el interés general español». Sobre el control público de Enel no hay duda. «El máximo accionista es el Ministerio de Economía italiano, con derecho a designar seis de los nueve miembros de su consejo». Sin contar la súper acción de oro que da a Prodi derecho de veto a culquier socio de Enel. Por último, según el informe, Enel se debe a la legislación italiana de secretos de Estado, de modo que la Administración española «tendrá obstaculizado el acceso a una información completa» sobre el actual máximo accionista del líder eléctrico español.

Subraya además, «la existencia de una estrecha relación económica entre Italia y las empresas públicas de Argelia y Rusia, por lo que los riesgos para la seguridad del abastecimiento de España son indudables en caso de conflicto con intereses de las empresas públicas italianas».

Se acercan los días clave y E.ON espera conseguir un 25% de Endesa, con lo que le quedarán 30.000 millones de euros sin gastar para pactos o asaltos. Enel sigue necesitando el paraguas de Acciona para tener el favor del Gobierno español, aunque nada de esto habría sucedido si Entrecanales hubiera tenido 40.000 millones para comprar Endesa.

Pero hacer patria y mantener multinacionales en manos españolas es muy caro. Que se lo digan a los que se hicieron con títulos en la privatización de Altadis, Iberia y otras, todas a la venta a la espera de mejores postores. ¿Y Rato? En España, pero sólo de vacaciones.

carlos.segovia@elmundo.es