Probablemente Mortadelos haya muchos a nuestro alrededor, pero las mujeres suelen ser tan compasivas con ellos que, incluso, ven con buenos ojos sus barriguitas o sus calvas. No sucede lo mismo con muchas Betty la fea que, atormentadas por sus respectivos Mortadelos se convierten en seres inseguros, introvertidos, sin autoestima, como dicen los psicólogos, y han de tirarse de cabeza a programas como Cambio radical. Otro experimento sociológico que tan sólo con el estreno ha puesto en pie de guerra a organizaciones médicas, de consumidores y también a grupos feministas.

El experimento sociológico en cuestión, que me he tragado con un gin-tonic en la mano para hacerlo más llevadero, tiene todos los números para estar en boca de todos. De momento controversia y publicidad no les falta. Tanto para los que viven del share, como para los cirujanos, estilistas, maquilladores, todos los que participan en ese proceso en el que Betty la fea se transforma en princesa.

Pero como la cosa se vende como un bien social en el cual la transformación interior ha de ser más profunda que la exterior, desde los responsables del programa hasta la misma presentadora insisten en que «el cambio no es por frivolidad, sino para transformar la vida» ya que se trata de «una reflexión profunda sobre la personalidad humana y como la autoestima permite abordar los retos».

El experimento televisivo quiere vender felicidad y autoestima frente a los desalmados que dicen que el programa «frivoliza la cirugía estética» o que «liga la autoestima sólo al físico y en las mujeres», que en realidad son, de momento, las únicas protagonistas de este reality.

«No parece ella!», «Es otra», decían entre lágrimas las amigas de Mary en el programa de este pasado domingo, después de pasar por el taller de reparaciones donde le retocaron párpados, nariz, cara, dientes, pechos y abdomen. Mary apareció radiante ante los lloros de sus hijos que parecían más asustados que alegres. Y es que la pobre Mary de 41 años «estaba terriblemente envejecida» cuando envió su solicitud a Cambio radical. Hoy Mary ya forma parte de ese catálogo, cada día más mayoritario, de mujeres fuertes, seguras y con autoestima. Un milagro que se consigue tras pasar por los quirófanos de esas corporaciones que se dedican a la dermoestética.

Si las autoridades no lo impiden, el programa tiene los ingredientes de éxito de todos los realitys. Emociones en abundancia y un final, donde las Bettys y los Mortadelos (espero ver alguno) se transforman en bellos cisnes en medio de abundantes lágrimas. Y así todas están un poco más cerca de las Preyslers y las Obregonas. De las triunfadoras. ¿O no se trata de eso?