El primer ser humano moderno que habitó en lo que hoy es China, en la provincia de Pekín, vivió hace unos 35.000 años y murió cuando se encontraba en la década de los 40 o 50. Los fósiles hallados en la cueva de Tianyuan parecen ser los más antiguos encontrados hasta el momento en Asia y, según los investigadores que se han encargado de su estudio, podrían haber pertenecido a un Homo sapiens que se mezcló con otras especies humanas más primitivas que habitaban la región.
Los huesos salieron a la luz en 2001, mientras unos obreros locales trabajaban en la cueva, aunque no fue excavada por los expertos del Instituto de Paleontología de Vertebrados de China hasta los años 2003 y 2004. Enseguida, en las primeras capas, encontraron restos de mamíferos. Había hasta 39 especies diferentes, entre las que predominaban los cérvidos. Pero lo mejor fue encontrar hasta 34 elementos de un esqueleto humano, aunque sin ningún utensilio de piedra o restos relacionados con un comportamiento humano.
Los paleontólogos chinos, dirigidos por Hong Shang, recurrieron al experto estadounidense Erik Trinkaus para el análisis de los fósiles.
Trinkaus pertenece a la corriente paleontológica que defiende que los Homo sapiens modernos, cuando salieron de Africa, se mezclaron con las poblaciones humanas más primitivas que vivían en otras regiones (en el caso de los neandertales europeos, la genética parece haber desterrado esta posibilidad). Es un punto intermedio entre quienes creen que hubo una única salida africana que desplazó a las otras especies y quienes defienden una evolución diversificada por zonas.
Artrítico a los 50 años
La datación indicó que los fósiles tenían entre 35.500 y 33.500 años, los más antiguos encontrados en esta zona del planeta de humanos modernos, según publican en la revista Proceedings of National Academy of Science (PNAS). El sexo no se ha podido averiguar, pero sí se sabe que tenía cerca de 50 años y que sufría de artritis.
En el análisis de los dientes está el meollo de la cuestión. Trinkaus y sus colegas chinos observaron que los dientes anteriores son más grandes y los posteriores más pequeños de lo normal en un humano moderno, un rasgo muy primitivo. También tenía una tibia más robusta de lo que era de esperar e incluso un hueso de la mano poco habitual. De ahí que concluyan que el Tianyuan 1, como se conoce al esqueleto, es una mezcla entre el humano moderno que salió de Africa y otro que ya vivía allí, del que no mencionan la especie pero que, posiblemente, sería un Homo erectus.
El paleontólogo español José María Bermúdez de Castro, codirector de Atapuerca, considera que el trabajo de análisis realizado por Trinkaus «es muy bueno», pero afirma que «los datos en los que apoya la teoría de la mezcla no son convincentes, aún sin descartar totalmente que en Asia pudiera haberse producido». «Hasta hoy puede haber personas con los dientes en esa forma», argumenta.
Los investigadores, sin embargo, concluyen que es improbable que hubiera una única expansión humana desde Africa. Eso sí, añaden que habrá que esperar a tener más piezas del puzzle para conocer las dinámicas regionales de la evolución de los humanos modernos y los arcaicos. «En Europa ha habido muchos trabajos, pero de China se han encontrado pocos fósiles. Deberían tener ADN para hacer estudios genéticos para tener más información», señala Bermúdez de Castro.