Martes, 3 de abril de 2007. Año XIX. Número: 6.316.
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España contraataca a Narnia
Los autores españoles se vuelcan con éxito en la literatura de fantasía para captar al lector más joven, según el anuario presentado en el Día Internacional del Libro Infantil
J. M. PLAZA

MADRID.- «La lectura me dio poder sobre los cuentos y, de alguna manera, también les dio poder a los cuentos sobre mí. Nunca he podido escapar de ellos. Eso forma parte del misterio de la lectura...».Éste es uno de los fragmentos del mensaje de Margaret Mahy que ayer se leyó en todo el mundo con motivo del Día Internacional del Libro Infantil.

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«Uno abre el libro, acoge las palabras y la historia, si es buena, explota en el interior. Aquellos escarabajos que corren en línea recta de un lado al otro de la página en blanco, se convierten primero en palabras y luego en imágenes y sucesos mágicos», prosigue el mensaje de Margaret Mahy, escritora neozelandesa que el año pasado obtuvo el Premio Andersen, algo así como un Nobel infantil y bienal, por el conjunto de su obra.

Sus palabras llegaron en el aniversario de la muerte de Hans Christian Andersen y en la semana grande de la IBBY (Organización Internacional del Libro Infantil y Juvenil), que sirven de preámbulo de la Feria del Libro Infantil de Bolonia.

En este contexto de celebración y agasajo de la literatura para niños, se presentó hace unos días en Madrid el Anuario sobre el Libro Infantil y Juvenil 2006, elaborado por el Grupo SM, que hace un repaso de este sector editorial durante el último año y donde se recogen estadísticas y datos puntuales y se analizan las tendencias empresariales y literarias.

De las 70.000 obras editadas en España y en español en 2006, 12.000 títulos pertenecen a la literatura para niños y jóvenes, lo que supone un crecimiento del 10%. Este incremento también se produce en el número de ejemplares salidos de imprenta (55 millones de unidades) y en la facturación, que incluso ha aumentado su peso respecto al conjunto del sector.

Según los coordinadores del Anuario, Elsa Aguiar y Felipe Romero, «el libro infantil atraviesa una situación de madurez en lo bueno y en lo malo». Es decir: el sector se ha consolidado, pero ya ha empezado a sufrir la feroz rotación de las novedades en las librerías, uno de los grandes males de la edición en general.¿Consecuencia? No hay tiempo de exposición suficiente para que los títulos de calidad se mantengan y para que el boca a boca los haga llegar a los lectores.

Un dato muy significativo es el aumento de librerías especializadas, que ya han desbancado a los hipermercados en la clasificación de los puntos de venta. Sólo las grandes superficies despachan más libros infantiles.

En cuanto a los contenidos, en España han proseguido las tendencias de los últimos años: el dominio de los textos de fantasía y la multiplicacación de obras con justificación conmemorativa.

La literatura de fantasía no sólo no tiene nada que ver con la literatura fantástica, sino que es casi lo contrario: supone la reproducción de un mundo reconocible en una contexto irreal, como ocurre en el caso de El señor de los anillos.

Las continuas reediciones de esta trilogía de Tolkien, así como el éxito de cada uno de los volúmenes de Harry Potter, han propiciado el resurgir de la literatura de fantasía dirigida a los lectores adolescentes.

El pasado año, las Crónicas de Narnia (Destino), de C. S. Lewis, un título clásico que había pasado desaparcibido en España hace tres décadas, se conviertieron en una de las series más vendidas del año junto a Harry Potter y el misterio del príncipe, de JK Rowling (el sexto volumen de la serie, editado por Salamandra, como toda la serie) y la trilogía de Memorias de Idhún, de Laura Gallego, una joven valenciana que ha logrado vender 300.000 ejemplares (en beneficio de la editorial SM) de su saga heroica, que ha sido traducida ya a 13 idiomas.

Algo parecido, aunque no tan espectacular, ha sucedido con la trilogía La guerra de las brujas, de Maite Carranza (Edebé), que se inició con El clan de la Loba, se continuó el año anterior con El desierto de hielo, y acaba de aparecer La maldición de Odi.

A esta moda de la fantasía medieval o de ciencia ficción se han apuntado también otros autores españoles que han comenzado nuevas sagas, como es el caso de Ana Alonso y Javier Peligrín con la trilogía de La torre y la estrella (Anaya) o Santiago García-Clairac con El ejército negro (SM).


El Quijote, Colón, Platero, el Cid...

El año 2006 ha sido también el año de las conmemoraciones. Los escaparates de las librerías se vieron invadidos por docenas de títulos (de todo tipo) sobre Mozart, Juan Ramón Jiménez y su Platero y yo, y Cristóbal Colón: antologías, libros de conocimiento, novelas sobre sus andanzas o sobre el grumete que viajó con Colón, la infancia del músico o del poeta...

Cualquier excusa era válida para dar a conocer la obra o la vida de tan grandes personajes.

La múltiplicación de esta oferta, así como su dispersión y desigual calidad, han despistado al lector, y ninguna de estas obras ha tenido un gran éxito, algo que contrasta con el año 2005, donde al menos tres versiones del Quijote (para niños) superaron los 100.000 e-jemplares y se convirtieron en verdaderos best seller.

Este año, y tal como se refleja en el Anuario, proliferan los libros conmemorativos, en especial sobre el Cid Campeador, con motivo de los 800 años de la edición del manuscrito de Pere Abat.Pero las ventas parecen ser menos importantes de lo que se esperaba, mostrando que el éxito de las decenas de Quijotes particulares fue tan sólo una afortunada excepción editorial.

Junto a la moda de la fantasía y el oportunismo o la actualidad de las conmemoraciones, los cuentos clásicos son una apuesta segura, tal como se aprecia en las continuas y nuevas ediciones de Andersen, Perrault, los hermanos Grimm y otros cuentos populares pertenecientes al folclore universal.

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