PARIS.-
Según algunos estudiosos dedicados a desentrañar los misterios que encierra la Gran Pirámide (por ejemplo, Gilles Dormion y Jean-Yves Verd'hurt), la llamada Cámara del Rey no es la tumba real porque, desde el momento de su construcción se produjeron fisuras en el techo, formado por bloques de más de 50 toneladas de peso, y los arquitectos decidieron construir otra sala que todavía no se ha encontrado... aunque algunos rumores dicen que fue localizado hace tres años.
Para Jean-Pierre Houdin son puras especulaciones. Es cierto que las vigas de granito de la cámara, que se eleva a más de 100 metros del suelo, presentan grietas, pero su origen es muy posterior a su construcción. Gracias a los programas de simulación utilizados para la reconstrucción de choques de automóviles, Houdin ha podido reconstruir el proceso de aparición de estas grietas, muy posterior a la construcción de esta sala, que constituye la segunda fase de elevación del edificio, y posterior también al fin de la construcción de la Pirámide de Keops. Las causas adelantadas son dos: por un lado, el hundimiento del muro sur de la pirámide; el otro factor es la separación entre los bloques de cerramiento como consecuencia de la gran carga que soporta la pared de caliza que cubre la cámara de descarga que se sitúa por encima de la cámara del rey.
El trabajo llevado a cabo por Houdin con el apoyo de la tecnología de tres dimensiones Dassault Systèmes le ha permitido también representar la colocación del piramidón, la piedra que corona la pirámide. La piedra, en comparación con el conjunto del edificio, es pequeña aunque no por eso deja de pesar 15 toneladas. Para llegar hasta la cumbre, fue transportada por la rampa externa hasta el nivel 43. Después, poco a poco, los obreros la fueron subiendo de nivel gracias a un sistema de cuerdas atadas a una grúa de madera. Primero, al torcer las cuerdas, y gracias a la forma de la base del piramidón en forma de punta, el bloque se levantaba ligeramente del suelo; después, se introducían unas cuñas de madera para seguir elevándolo; por último, se colocaban los bloques de piedra. Así, sin necesitar un gran espacio, fue posible colocar la cúspide del monumento a 146 metros del suelo.
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