El deporte español optaba a varios y pomposos galardones en la gala de los premios Laureus, que se celebró por segundo año consecutivo en Barcelona, pero casi se va de vacío. Solamente el Barcelona fue homenajeado con el premio al Espíritu Deportivo, un reconocimiento encomiable, sin duda, pero menor.
El club azulgrana optaba a uno de los peces gordos, el premio al Mejor Equipo Internacional por el doblete (Liga y Liga de Campeones) logrado en 2006, pero finalmente la gloria se la llevó la selección italiana de fútbol. Ese pequeño contratiempo no impidió al presidente del Barcelona, Joan Laporta, vivir uno de esos episodios que, seguro, explicará a sus nietos cuando peine canas.
Les contará, embelesado por el recuerdo, cuando el afamado actor Morgan Freeman le reclamó por su nombre para que subiera al escenario, frente a un auditorio plagado de estrellas mundiales del deporte y el espectáculo y ante un elenco de cámaras que emitían su feliz rostro a cerca de 190 países.
Ya con la reluciente estatuilla en su mano derecha y una vez hubieron amainado los aplausos, pudo explicar a todo el planeta el proyecto solidario que encabeza y que pretende hacer del Barça «más que un club en el mundo».
Su alianza con Unicef fue la gran clave para que el jurado de los Laureus, gala comparada comúnmente a los Oscar, concediese al club azulgrana tamaño honor. «Estamos muy orgullosos de este premio», arrancó su breve discurso Laporta. «Está dedicado a todos los que han apoyado al Barça en la decisión de llegar a un acuerdo con Unicef y colaborar en programas para la infancia». El distinguido auditorio asistió con rostro solemne y enorme empatía a las palabras del mandatario, y al final, incluso Iker Casillas y Sergio Ramos le aplaudieron. Con desidia, por supuesto, como dictan los cánones.
El presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, completó la delegación blanca en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Calderón comprendió que el año pasado no fue el suyo y que en consecuencia aquella no era su gala, así que se limitó a cumplir su papel de convidado de piedra y vio cómo Laporta mostraba a diestro y siniestro su trofeo. El presidente blanco se tuvo que conformar con soñar en subir algún día no muy lejano a recoger una estatuilla y ser reclamado por una sonriente estrella de Hollywood que alabaría la grandeza del Real Madrid. Mucho deberá cambiar su equipo si quiere siquiera aspirar a ello. Y a diferencia de Laporta, él ya peina canas.
La de ayer era una jornada para exhibirse, para sentirse el rey del mundo por un día. En efecto, los Laureus, que cumplieron con ésta su octava edición, se parecen cada vez más a los Oscar. Los deportistas de élite pierden a cada nueva edición una porción de gloria en favor de las estrellas norteamericanas del cine y la televisión y las modelos.
Idolos como el propio Morgan Freeman, Cuba Gooding Jr, que repitió como dicharachero presentador del cotarro, la deseada actriz Eva Longoria y la eterna modelo argentina Valeria Mazza pasearon sus caras vestimentas por la alfombra roja -ninguna gala con pretensiones de glamour y lujo puede prescindir de un buen pedazo de moqueta-.
También fue invitada a los Laureus una pequeña representación de nuestro star system. Entre ellos Joaquín Cortés, que se marcó unos breves pasitos de baile, y modelos de la talla de Verónica Blume y Nieves Alvarez. Aunque quien hizo las delicias de la prensa del corazón, que tuvo una trufadísima y muy ruidosa presencia, fue Alberto de Mónaco. Don Juan Carlos, patrón de la gala, tuvo un paso mucho más discreto y solemne que su homólogo.
No obstante, la presencia de actrices y gentes del espectáculo no eclipsó el paso de algunos grandes mitos del deporte a lo largo del siglo XX. La gimnasta Nadia Comaneci, los futbolistas Marcel Desailly y Alessandro del Piero, la tenista Arantxa Sánchez Vicario, el ciclista Miguel Indurain, el presidente del Bayern Munich Franz Beckenbauer, el tenista Boris Becker, el nadador Mark Spitz, y así varias decenas de mitos del pasado y del presente quienes, en su mayoría, forman parte del jurado de los premios Laureus.
Curiosamente, los grandes ausentes fueron algunos de los homenajeados, como Roger Federer, y aspirantes a algún premio, como Fernando Alonso, Michael Schumacher, el motociclista Travis Pastrana, Zinedine Zidane o Serena Williams.
LOS PREMIADOS
DEPORTISTA MASCULINO. El tenista suizo Roger Federer.
DEPORTISTA FEMENINO. La atleta rusa Yelena Isinbayeva.
MEJOR EQUIPO. La selección italiana de fútbol.
DEPORTISTA REVELACION. La tenista Amélie Mauresmo.
MEJOR REAPARICION. La tenista Serena Williams (USA).
DISCAPACITADOS. Martín Braxenthaler, esquiador alemán.
DEPORTES EXTREMOS. La americana Kelly Slater (surf).
ESPIRITU DEPORTIVO. El equipo de fútbol del Barcelona.
